martes, 30 de noviembre de 2010

Con todo el equipo...

... nos la vamos a pegar.

Hasta el año 2008 éramos la hermanita pobre del eurogrupo y nos inflaban a fondos estructurales; autopistas, aves, aeropuertos y un sinfín de mejoras en infraestructuras, fueron realidad gracias al esfuerzo ajeno. Este chupe se acabó con la entrada de nuevas hermanitas pobres al eurogrupo de los 27 y que no solo supuso el cierre del grifo, sino que además, a partir de entonces nos toca contribuir a las mejoras ajenas, y aún no conseguimos digerirlo.

Hemos tenido la gallina de los huevos de oro en el corral mediterráneo, al solecito de los campos de golf  y la brisita de la costa, y en vez de dejarla poner sus huevos al ritmo natural que marca la naturaleza, la hemos exprimido y estresado de tal manera, que ha puesto todos sus huevos de golpe hasta quedar seca y moribunda. Prueba de ello son las cientos de urbanizaciones, repartidas por toda la geografía española, (mayoritariamente la costera), esperando a sus destinatarios centroeuropeos y cuyo denominador común es un vacío desolador. (Poco les importa a los que se quedaron con los huevos del pelotazo y la especulación)

Hace dos años fuimos los últimos en enterarnos de que había una tremenda crisis mundial, aunque ya todos lo sabíamos, y nuestro gobernantes sacaban pecho diciendo que habíamos adelantado a Italia y le estábamos pisando los talones a Francia en crecimiento económico. Nos lo creíamos y nos miraban con desdén. Hoy nos miran como apestados y están dispuestos a que paguemos nuestras bravuconadas lanzándonos dardos envenenados desde todos los frentes mediáticos.

Cuando nos ponemos, somos capaces de lo mejor y también de lo peor. Nuestro combinado futbolero nacional alcanzó la gloria este verano con la Copa del Mundo y tres meses después arrastra ya dos amistosos vapuleos ante Argentina y Portugal. Falta de motivación, dicen; pues en la vida civil nos pasa lo mismo, las gentes que nos lideran y dirigen porque los hemos elegido, no saben salir del patio del colegio con sus riñas pueriles: los que mandan contra los que opositan y viceversa; las comunidades autónomas entre sí y contra el gobierno central; los municipios contra todos. El deporte nacional (después del fútbol) es mandar la pelota al tejado contrario y seguir sacando pecho. 

Nuestro máximo lider se pierde buscando su sitio para la foto en la cumbre de la OTAN, entre los mandamases de la Alianza que pasan olimpicamente de él y acaba disputándole el lugar en una esquina al de Estonia, porque en el suelo ponía "ES", en vez de irse al suyo "SP", de Spain. Ya le pasó lo mismo en la última reunión del G20. Muestra y botón de lo perdidos que estamos, entre desmentidos plañideros de catástrofes por llegar. Ojalá y no se cumplan los augurios, porque transitar por la senda de Grecia, Irlanda y quizás Portugal, nos puede devolver a una sociedad que ni los más viejos del lugar puedan recordar. Bueno, esos sí. Muchos pasaron hambre.

Que nuestros dirigentes se dejen de rencillas electoreras, se remanguen la camisa y hombro con hombro tomen las decisiones que se hallan de tomar, y presenten batalla como ya lo están haciendo otras naciones, dando la imagen de unidad y de solvencia que se espera de España, quizá, y solo quizá, evite que acabemos pegándonosla con todo el equipo.
Fotos de internet

lunes, 29 de noviembre de 2010

Javi el Naranjero y Pedro el Panadero

Con mayúsculas, tanto el nombre de pila como los oficios de mis protagonistas. No los conozco de toda la vida ni mucho menos, solo cinco o seis años, suficiente para calar a los personajes y homenajearlos a mi manera.

Javi apareció una noche en el telefonillo de casa ofreciendo naranjas, mandarinas y limones; ya surtía de ellos a otros vecinos del edificio, y la comodidad de que la fuente de vitamina C viniera hasta la puerta, justo cuando las vástagas estaban en  edad estupenda de atiborrarse a sanísimos zumos de naranja recién exprimida (como mandan los cánones), nos animó a engrosar la lista de su clientela.

Todos los jueves por la noche, en plena película, serie o lo que estemos viendo en la tele, fiel a su cita, llega con su coche cargado de fruta, unas veces con su novia y otras solo, pero siempre contento y en el ratito del descansillo, mientras descarga su cubo en nuestra cesta, tiene un rato para charlar.  Desde el primer día nos cuenta sus cosas como si fuéramos de la familia; de los huertos en que compra la fruta, de lo buena o dulce que está hoy o de lo difícil que le ha resultado la recolección de la tarde porque la lluvia ha dejado perdidos de barro los campos.

Nos cuenta de su afición a la bici de carreras, de sus salidas con los colegas los fines de semana por esas carreteras de Dios, de Valverde, que es amigo suyo y sale a menudo con la peña, del huerto que ha comprado para tener naranjas propias que vender y lo buenas que están saliendo este año, del teléfono último modelo que consiguió después de larga cola y con el que puede ver películas hasta en el campo. Siempre se va con una sonrisa y un ¡No te dejes la luz de la entrada encendida!. Dura profesión en la que auna los oficios de productor, recolector, transportista y vendedor.

Pedro es panadero de raza, de familia panadera desde 1937 en Archivel, tercera generación, inquieto y emprendedor, un buen día se lió la manta a la cabeza y se vino a Murcia con su idea en la cabeza y las manos llenas de ilusiones. Con el apoyo y ánimo incondicional de su familia, se la jugó a lo grande, nada menos que en el corazón de Murcia, en Santo Domingo. El William de toda la vida se convirtió de la noche a la mañana en el Pan de Oro con su slogan: "Voy a perfumar Santo Domingo con aroma a pan recién hecho".

El 19 de febrero pasado, haciéndolo coincidir con su cumpleaños, abrió sus puertas Pan de Oro. Arropado a partes iguales por su familia y sus amigos, la inauguración fue esplendida y en su devenir diario, pasado ya casi un año, se ha consolidado con su buen hacer y mejor estar. Hasta un premio le dieron por su proyecto emprendedor. Su familia está orgullosa de él y con razón.

Es un hombre cercano, le gusta su negocio, continuamente le busca mejoras y te las cuenta con ese entusiasmo que distingue a los que viven para su trabajo de los que viven del mismo. Se ha traído costumbres del pueblo olvidadas en la gran ciudad, entre ellas la de relacionarse con su clientela, saber de ellos, conocerlos, comentar sus cosas además de la fría transacción comercial que acostumbramos. Calor familiar irradia Pan de Oro más allá de sus puertas.

Humanidad, es la cualidad que sobresale en mis protagonistas, cada uno en su negocio, no solo venden, también y es lo más importante, disfrutan con lo que hacen y le dan sentido a su vida compartiéndola con los demás.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Ducha fria. 2ª parte

 Cinco días sin agua caliente en pleno mes de noviembre, cuando menos, molesta. No es ya la impotencia de que por más que lo intentas, no arranca el calentador; de que por mucho ¡clic! ¡clic! que haga cuando abres el grifo, no acaba haciendo ¡blum! e iniciando la combustión azulada del gas argelino. Es la mala milk que se te pone de pensar en las cacerolas de agua que has de calentar para poder completar tu aseo diario.

No caes en la cuenta que el rollito de las ollas con agua caliente era lo que se estilaba hasta hace poco más de un par de telediarios, y que a todo el mundo le parecía lo más natural del ídem.

Se inventaron las calderas para mover trenes y máquinas diversas, y entre otras cosas más,  para proporcionar agua caliente a las viviendas; primero con combustibles fósiles o madera, y luego con gases diversos como el butano -que se estrenó dos años antes de que me nacieran-, y el gas natural que disfrutamos ahora previo pago y por cortesía de nuestros vecinos africanos.

Abrir un grifo y que salga agua, es tan natural como pulsar un interruptor y que se encienda la luz, la tele, el ordenador, la lavadora ... o setecientas cosas más. Y que además, según gires el mando, el agua salga caliente o fría a voluntad, para nosostros es lo corriente de cada día. Por eso, cuando no obtenemos el resultado esperado de cualquiera de estas cotidianas acciones, nos damos cuenta de la trascendencia que para nuestro diario quehacer tienen todas y cada una de las cientos de comodidades que nos rodean y sin cuyo cobijo nos sería imposible transitar por la vida tal y como la conocemos.

Cuando por fin llegó el técnico del servicio t..., al filo ya del peligroso fin de semana, con su maletín y su aplomo, ganas me dieron de hacerle la ola. Frente al calentador, dos minutos tardó en el diagnóstico, otros tres en cambiar el generador de electricidad (es un calentador moderno), dos más en recolocar la carcasa y los botones y los tres siguientes en hacer pruebas de funcionamiento, explicaciones varias, relleno del informe, solicitud de firma, buenas tardes y hasta la próxima.

Diez minutos después de cinco días me supieron a poco, quizá esperaba un despliegue mayor tras haber contemplado impotente el condenado aparato una y otra vez esperando que reviviera. Pero funciona y es lo que importa, y la ducha que me he pegado para celebrarlo la he disfrutado como un enano. Ni se imagina el técnico lo agradecido que le he quedado por su proeza. ¡Amigos para siempre!

Nota: para terminar con el suspense sobre el color de la vestimenta de la amiguita que me quitó los puntos de la pierna, diré que iba, como no podía ser de otro modo, de blanco enfermera inmaculado.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III


Venera de la Cruz de la Orden de Carlos III
 Mucho se ha sorprendido el personal de la concesión por el Rey a propuesta del Presidente del Gobierno, y en muestra de Su Real aprecio, de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III a los ministros salientes de la última debacle gubernamental y de entre ellos a la inefable Bibiana Aido Almagro, miembra que fue del Gobierno.

La Real y Distinguida Orden Española de Carlos III fue establecida por el Rey de España Carlos III, mediante Real Cédula de 19 de septiembre de 1771 con el lema latino «Virtuti et merito», con la finalidad de condecorar a aquellas personas que se hubiesen destacado especialmente por sus buenas acciones en beneficio de España y la Corona. Desde su creación, es la más distinguida condecoración civil que puede ser otorgada en España. Aunque se encuentra dentro de la categoría de las Órdenes Militares desde su creación, formalmente se convirtió en orden civil en 1847.
 
Carlos III
Las disposiciones de creación exigían dos requisitos: ser benemérito y afecto a Su Majestad. Se crearon dos clases: las «Grandes Cruces» y las «Pensionadas», siendo discrecional por el monarca su concesión, aunque autolimitó a sesenta las primeras y a doscientas las segundas. En 1783 se ampliaron las órdenes a tres, con la de «Caballeros Supernumerarios», cuya importancia se situaba entre las dos anteriores. En este momento se precisaron más las obligaciones y requisitos de los titulares: debían tener pureza y nobleza de sangre hasta sus bisabuelos, conforme regulaba el Fuero viejo de Castilla y las demás normas vigentes. Los recibidos en la Orden debían jurar fidelidad a la persona del Rey, a su familia, a la protección de los bienes de la Casa Real, reconocerle como Gran Maestre, vivir y morir en la fe católica, aceptando como indubitado el Misterio de la Inmaculada Concepción, y asistir al menos una vez al año a una misa completa y comulgar.

La Gran Cruz se reserva a quienes, habiendo cumplido servicios relevantes para España hubieran ostentado, entre otros, el cargo de Ministro, como es el caso de los últimos defenestrados; por lo tanto, nada que objetar al hecho cierto del ejercicio del cargo.

Sí suscita algunas dudas el condicionante de que además hayan cumplido servicios relevantes para España, aunque si por relevantes se estiman, por ejemplo, el papelón internacional de Moratinos durante su mandato, el arbitrio de la moda y la palabra de Fernández de La Vega, las coces al diccionario de Doña Bibiana o el mutis por el foro de los demás, estaremos de acuerdo en la relevancia de todo ello.

El problema real lo veo de venir, cuando los condecorados se lean las obligaciones de los miembros y miembras de la Real Orden, de vivir y morir en la fe católica, aceptando como indubitado el Misterio de la Inmaculada Concepción, y asistir al menos una vez al año a una misa completa y comulgar.
Representación de la Inmaculada Concepción, por Murillo, en la que los colores dominantes —azul y blanco— de la vestimenta de la Virgen María fueron los que se establecieron desde el inicio para configurar las distinciones de la Orden de Carlos III.


Banda de Caballero con la Gran Cruz de la Orden
Las insignias de la Orden han variado a lo largo del tiempo, pero invariablemente han mantenido rasgos originales: banda de seda azul con cantos blancos, cruz de ocho puntas con la imagen de la Inmaculada Concepción, la leyenda «Virtuti et Merito» y la cifra del Rey fundador.

BOLETIN OFICIAL DEL ESTADO 6 de Noviembre 2010

PRESIDENCIA DEL GOBIERNO
Condecoraciones

* Real Decreto 1489/2010, de 5 de noviembre, por el que se concede la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III a doña María Teresa Fernández de la Vega Sanz.

* Real Decreto 1490/2010, de 5 de noviembre, por el que se concede la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III a don Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé.

* Real Decreto 1491/2010, de 5 de noviembre, por el que se concede la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III a don Celestino Corbacho Chaves.

* Real Decreto 1492/2010, de 5 de noviembre, por el que se concede la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III a doña Elena Espinosa Mangana.

* Real Decreto 1493/2010, de 5 de noviembre, por el que se concede la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III a doña Beatriz Corredor Sierra.

* Real Decreto 1494/2010, de 5 de noviembre, por el que se concede la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III a doña Bibiana Aído Almagro.
 
Si estos señores y señoras, de declarado y confeso laicismo, tuvieran un mínimo de coherencia y verguenza torera, aún aceptando protocolariamente la distinción por su mayor o menor acierto en el ejercicio del cargo, inmediatamente después y sin solución de continuidad, devolverían agradecidos el galardón o allí mismo habrían de hacer indubitada profesión de fe católica, aceptando el Misterio de la Inmaculada Concepción, cuya representación honra la condecoración en cuyo nombre se instituyó.

Fuentes: Wikipedia.org y BOE

Una de dientes

Hoy he tenido el gusto de hacer nuevos amiguitos, bueno, amiguitas. Si la semana pasada las amiguitas que hice iban vestidas de verde con redecilla, las de hoy iban de azul inmaculado, de profesión dentistas y asociados. Todavía me duelen los puntos de la última intervención, y de nuevo me he puesto en manos de otros profesionales de la medicina. El masoquismo tiene estas cosas.

La primera amiguita, doctora en odontología, me ha hecho una concienzuda revisión de toda la cavidad bucal con sus explicaciones intercaladas y una ulterior exposición de motivos por los cuales habré de volver a visitarla en varias ocasiones más. Mi habitual tendencia al autodiagnóstico le ha facilitado las cosas, así que se ha animado a pedirme una radiografía de esas que se llaman ortopantomografía y que seguro que ni Mary Poppins habría sido capaz de nombrarla de corrido, con el sano fin de averiguar hasta donde me va a tener que seguir metiendo mano (en la boca) en el futuro.

La segunda amiguita, a cuenta de una inocente limpieza de boca, me ha dado un concienzudo repaso con un chisme que hace ruido, daño, suelta agua y te aspersiona toda la cara a la vez, mientras intentas mantener la boca abierta. Soy novato en estas lides y normalmente juego de acompañante; ahora me ha tocado a mí el silloncito anatómico y al parecer lo voy a visitar en varias ocasiones más hasta haber purgado mis culpas y dejar satisfechas a mis nuevas amiguitas.

No es nada personal, son muy simpáticas, pero me voy a esmerar para dejar de verlas lo antes posible. Estoy un poco harto de estas nuevas amistades que a cuenta de diversas reparaciones de chapa y pintura, me tienen ya un poco jodi...lesto. Y mañana, seguro que haré una nueva amiguita que me quitará los puntos de la semana pasada. ¿De que color irá vestida? La curiosidad me mata (es un decir).   

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Ducha fria. 1ª parte

Llegar el frío y escacharrarse el calentador ha sido todo una. Que parece que estuviera esperando el momento oportuno para quedarse KO. Ya llevaba avisando varios días, abrías el grifo del agua caliente y que si quieres arroz, Catalina. Después de probar varios grifos y toquetear los botones del flamante Saunier Duval (todavía en garantía), de repente se encendía.

Pero esta mañana ha dicho que no, tozudamente, no, así que no ha quedado más remedio que un frío y rápido lavoteo. Se impone llamar al fontanero de cabecera, que además fue el que instaló el aparato como lo mejor de lo mejor. Que no puedo ir, que estoy fuera toda la mañana pero intentaré pasar en algún momento. El día avanza y el problema persiste. Por la tarde nueva llamada y teléfono del servicio técnico que no puede venir hasta el viernes ¡Y estamos a miércoles!

Definitivamente hoy no habrá agua caliente, y van dos días. Se impone buscar soluciones y recurrir a la  de toda la vida: Las ollas al fuego y a calentar agua. Menos mal que no hemos sustituido las bañeras por pies de ducha, porque en ese caso, mala solución habríamos tenido. Así que mal que bien, hemos conseguido apañar unos bañitos con los que capear la situación.

Poema:
De todo se saca lección
 y para el futuro, la bañera,
 será una buena elección.

sábado, 20 de noviembre de 2010

20 de Noviembre. Historia de España

Hoy, algunos españoles recordamos la muerte de José Antonio Primo de Rivera ante un pelotón de fusilamiento en la Carcel de Alicante hace 74 años. De su testamento una frase para nuestros días: Que todos los pueblos de España, por diversos que sean, se sientan armonizados en una irrevocable unidad de destino».

¿Seremos capaces de aprender de nuestra historia para no caer una y otra vez en los horrores del pasado? Mi esperanza es que sí y que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos conocerán esa España que soñaba José Antonio. 

jueves, 18 de noviembre de 2010

Colores de noviembre

Plaza de la Cruz Roja
 
Jardín del Malecón


La Raya
 

Arte ultramoderno

Hace un par de fines de semana hicimos una salida de ARTE. Fuimos al Cuartel de Artillería de la calle Cartagena, una de las sedes de Manifesta 8, La Bienal Europea de Arte Contemporáneo ...

Hacía una mañana de sábado fabulosa, con el cielo de un azul intenso y su solecito murciano. Fue entrar en aquellos barracones cochambrosos, destartalados y desangelados y encogerse un poco el espíritu.

En vez de huir directamente, preguntamos al personal  el porqué de esas fachas y la respuesta fue que así se armonizaba el contenido de la exposición con su entorno, y que ese era el efecto buscado por los artistas. 

Vale, dimos una vuelta (rápida) por las distintas salas, en su mayoría audiovisuales diversos,  en idiomas extraños y nos fuimos de allí, no antes de expresarle mi opinión sobre la muestra y su soporte  (que me reservo por pudor), al sufrido vigilante jurado que estaba de turno, al preguntarnos si merecía la pena que su parienta la visitara.

Hice fotos, de la muestra y del continente, esto es, del Cuartel, y para ilustrar la visita me permito subir aquí dos de ellas, que creo reflejan conceptos de arte tan distintos y tan respetables como ellos mismos, aunque a mi, de lo que ví, lo que más me gustó, fue lo que ya estaba allí, antes de que llegara la Bienal Europea ...

Creo que al diálogo con el Norte de África no le he llegado a coger el punto. Al tiempo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Adiós quiste, adiós

De un tiempo a esta parte venía conviviendo con un pequeño intruso en mi pierna izquierda. Allá por el vasto medio, cerca de la rodilla, se me había formado un pequeño quiste, que aunque no daba la lata, siempre era susceptible de darla y de aumentar de tamaño. Así, de común acuerdo con el cirujano recomendado por mi anestesista favorito y ángel de la guarda familiar, fijamos fecha para su extracción. 

Esta mañana, desapacible y nublada tenía mi cita con el quirófano y tras los inevitables trámites administrativos y firmas a ciegas, hora y media de espera. No es nada, te dices, un poco de gusa en el estómago, te llama una moza vestida de azul con su redecilla de colores y le sigues como un corderillo; te pide que despejes la zona de operaciones y te tumbes en la camilla con un lamparón enfocado al ojo. Sabanita azul por encima, cacharreo de utensilios de la palangana de desinfección al carrito que te arrima al costado; guantes de látex azul y una aprendiza a su vera intentando absorber conocimientos al mismo tiempo que mi pierna se pinta de betadine.

Terminados los preparativos, comparece el artista saludando educado y preguntando por el objeto de su trabajo. ¿Dónde está la autorización? ¿Dónde el consentimiento firmado? ¡Mecachis! ¿Y si me voy? Ya es tarde, la inyección de anestesia me tuerce el gesto y me acuerdo de su madre. ¡Qué jodío!, como se nota que a él no le duele. Sin pausa, un tajo y chorrete de sangre resbalando por la pierna, ¡ris, ras!, dos o tres cortes rápidos y el intruso aparece ante mis ojos colgando de unas pinzas antes de acabar en el bote de biopsia. Sutura rápida, solo la capa externa, léase el papelito que le van a dar y ¡Hasta luego Lucas!, uno más y uno menos para acabar la jornada de cirugía. Las mozas vuelven a la acción, limpian la zona operada y aledañas, aplicándole un apósito junto con los consejos rutinarios y mientras te recolocas en tu ser, se van a buscar un nuevo corderillo para reiniciar la rutina.

Con el papelito en el bolsillo te vas a casa, te miras el apósito y ves que has sangrado un poco más de la cuenta, ¡Mecachis! de nuevo. El primer párrafo del papelito aconseja esperar quince minutos en la clínica antes de volver a casa. Prometo leerme de cabo a rabo todo lo que me den cuando vaya a un hospital, desde el impreso del consentimiento hasta las instrucciones finales, aunque ya no tengo ganas de volver en una temporada.

Ilustraciones de internet.

Una píldora

Notamos que nos vamos haciendo mayores por muchos pequeños detalles de la vida cotidiana. Uno de ellos, el número creciente de píldoras que a diario hemos de tomar. Hay dos tipos de píldoras (aparte de la del día después, la viagra y alguna otra), las medicamentosas y las milagrosas. Las primeras nos las endosa nuestro médico de cabecera para regular los diversos niveles que con la edad, los achaques y las malas costumbres se desajustan en nuestro organismo. Las segundas también nos las suele recomendar el galeno o algún bienintencionado amigo, y van desde las ricas en antioxidantes, hasta los complejos vitamínicos, pasando por las que compensan la falta de Omega 3, las anticancerígenas o las que  contienen luteina para prevenir la degeneración macular, como es mi caso.

Un día descubrimos que estamos encadenados a una más o menos larga hilera de píldoras de diferentes colores y tamaños, (algunas monstruosas), que cuidadosamente alineamos frente a nosotros a la hora de las comidas y que con mayor o menor dificultad trasegamos con santa resignación. No cuestionamos tener que tomarlas, nos fastidia, pero seguimos ordenándolas y consumiéndolas a diario.

El hombre ha llegado a la Luna (y no ha vuelto), somos geolocalizables por medio de nuestro celular (me enteré ayer y me produjo algo de zozobra pensar hasta donde nos tienen de fichados), podemos viajar a cualquier lugar del mundo gracias a Google Hearth, pero seguimos tragando pastillas a gogó.

Y digo yo, ¿Sería posible que los médicos nos recetaran en un único compuesto, todos los remedios necesarios para mantener nuestros niveles en los índices recomendables? ¿Podríamos llegar a la farmacia con la receta y previa llamada al laboratorio, nos cocinaran los remedios en una única píldora?. Con la proliferación de medicamentos genéricos, seguro que sería posible hacer realidad esta utopía sin que se tambalease la todopoderosa industria farmaceútica; el Estado ahorraría una barbaridad, desaparecerían las farmacias caseras y tendríamos mucho mejor concepto de nosotros mismos al tomar solo una píldora por día. Aunque fueran dos, la medicamentosa y la milagrosa.
Píldoras de internet.

martes, 16 de noviembre de 2010

El interné

He leído en el periódico del domingo que Murcia está en el puesto número diez de las ciudades españolas donde mejor se vive. Doy fe de ello, en Murcia se vive muy bien, tiene un tamaño adecuado, un clima estupendo, es bonita, está cerca de la playa y más aún del monte, tiene espaciosas plazas y recoletas calles peatonales, un paisanaje amable y bullanguero, carriles bici, su ración de atascos y ya casi un tranvía que, curiosamente, va a llegar antes a los Centros Comerciales del norte, que a la Ciudad Sanitaria del sur (cosas de la logística y de las prioridades municipales)

Y ahora también tenemos el interné. Cuando vi las primeras antenitas de cuatro cuernos adosadas a un semáforo cerca de casa, mal pensé en nuevos dispositivos para controlar la velocidad y achicharrarnos a multas para aliviar las depauperadas arcas municipales. Días después y gracias de nuevo al periódico, averigüé la verdadera utilidad de estos chismes: el Ayuntamiento ha decidido sacar el interné a la calle, concretamente a plazas y jardines, aunque con algunas condiciones para no hacerle la descarada competencia a las empresas que cobran por el mismo servicio; a saber: La velocidad de conexión es mínima, no da más que para consultar el correo (siempre que no venga cargadito de megas), o para chatear sin mucho intercambio de archivos, además, cada treinta minutos se interrumpirá el servicio, no sea que alguien intente bajarse una peli o una canción a espaldas de la SGAE.  

Que digo yo, que para esta birria no necesitamos alforjas, además afean un mogollón. Por si no tuviéramos suficientemente saturado el mobiliario urbano, ahora nos colocan las dichosas antenitas cuatricuernas donde más discretas queden: el susodicho semáforo, la farola a la que le haya tocado por el pito, pito gorgorito, o vaya usted a saber los criterios científicos que han guiado su instalación, para acabar colocando un ejemplar en un poste pelado en medio de una placita con fuente, en todo el medio del Jardín del Malecón.  

Como no hay mal que por bien no venga, ya me imagino a la chiquillería con sus note book, o similares, infestando parques y jardines al grito de ¡Ya tenemos interné! y comunicándose con su colega de al lado y con el de cuatro plazas más allá por la magia radioeléctrica en vez de jugar a la pelota, al corro de la patata, al burro, al tejo o contarse las cosas de viva voz, que también tiene su aquél. Al menos les dará el aire y tomarán el sol y cuando inopinadamente se les corte la conexión, en vez de echarles la culpa a sus sufridos progenitores, habrán de cargar sus iras contra el Alcalde. ¡Se va a enterar!

viernes, 12 de noviembre de 2010

Llaves perdidas

¿Quién no ha perdido las llaves alguna vez? ¿Las de casa? ¿Las del coche? ¿Todas a la vez?. Que mal se pasa, es una sensación de fastidio e inseguridad a partes más o menos iguales, mucho más desagradable que dejarse las llaves dentro de la casa, porque en este caso el consuelo es que sabemos donde están y solo hay que llamar al cerrajero para que nos abra la puerta.

¿Qué hacer? Iniciamos la búsqueda lo más coherentemente posible, primero en el entorno más próximo: la ropa, el coche, la oficina, el bar del desayuno, el centro comercial, la tienda que hemos visitado... Cuando este primer rastreo resulta negativo, ampliamos el radio de acción: andamos y desandamos el camino recorrido desde que tuvimos conciencia de la pérdida, preguntando en los establecimientos abiertos junto a los que hemos pasado y mientras tanto retorcemos la memoria buscando el recuerdo exacto que nos lleve a nuestras llaves. 

La última esperanza nos la brinda la oficina de objetos perdidos de la Policía Nacional o la Local, donde en teoría los cívicos ciudadanos que encuentran algo en la calle lo depositan cumpliendo su obligación. Si la suerte no nos ha sonreído, y no suele hacerlo, pasamos a la última y dolorosa fase, asimilamos el problema, dejamos de maldecir nuestra torpeza y decidimos cambiar el bombín de la llave principal al tiempo que encargamos un nuevo juego completo con la íntima esperanza de que, a pesar de la concienzuda búsqueda, en algún momento y de forma inopinada, aparezcan las llaves perdidas.

Hoy alguien ha perdido las llaves de su casa en la calle, otro alguien las ha encontrado y las ha dejado en el lugar más próximo al hallazgo: un cajetín adosado a un semáforo a metro y medio de altura -donde el botón para pedir paso-, y otro alguien, yo, las ha llevado a la tienda más cercana y se las ha dejado al dueño por si, con un poco de suerte, el perdedor de llaves utiliza el sistema de búsqueda descrito y las recupera.

Me alegraré si esto sucede, igual que yo me he alegrado en las múltiples ocasiones que me he dejado las llaves de la moto en la cerradura del baúl y siempre ha habido un buen samaritano que ha sabido donde llevarlas para que pudiera recuperarlas. Si este mundo en el que vivimos fuera un poco menos frenético y viviéramos un poco más relajados, todos seríamos más felices y ¡Perderíamos menos llaves! 

jueves, 11 de noviembre de 2010

Muñecas campana

Una colección empieza cuando uno se hace con dos cosas similares que le llaman la atención y empieza a pensar en como conseguir una tercera. Parece tonto el mecanismo, pero funciona y cuando te quieres dar cuenta, ya tienes la colección.

A partir de ese momento empieza lo divertido: buscar nuevos miembros al equipo. Cuando empecé con las muñecas con forma de campana lo único que tenía claro es que debían tener falda y un badajo colgando en su interior que sonara al agitarla. Suena fatal, lo sé, pero esas eran las condiciones.

No recuerdo cual fue la primera, ni la segunda, llevo ya mucho tiempo en el negocio y su recopilación ha dado lugar a recuerdos de todo tipo, como esa de cerámica de Talavera que me regalaron Nino y Mariola y a la que hube de acoplarle un badajo en condiciones que suena a gloria; o aquellas de una compañera de Marián, del cole, Rosa, las tenía en su casa de recuerdos viajeros; de viaje llegó una matrusca de madera, un tentetieso con mecanismo sonoro interno, cortesía de Helena que se la trajo de Rusia junto a sus dos hijos; otra llegó directamente del horno de cocción del colegio de Marián, quién la había modelado, cocido, pintado y vuelto a cocer hasta conseguir una maciza campanuela con su gorro campesino y su trenza rubia.

Las regaladas hacen ilusión, las que más, las que te traen de improviso, aunque uno en su ansia, a veces encarga alguna a sus sufridas amistades que tienen la suerte de viajar, esas también son muy satisfactorias, aunque te remuerda la conciencia (pocas veces). Las más las consigo en los viajes propios, las hay gallegas, asturianas, aragonesas, andaluzas y por supuesto, murcianas. Siempre hay alguna tiendecita de cerámica o cachivaches diversos en las que rebuscar; las más abundantes son aquellas que visten traje regional, con delantal y brazos en jarras, con tocado o sin él, por eso, cuando encuentro alguna que se sale de ese grupo, el premio es mayor: una bruja, una angelota, una menina o una peruana.

No hace falta mucho dinero para esta colección, más bien entusiasmo, tesón y curiosidad. El Rastro madrileño fue una buena fuente de inspiración al principio, como para otras colecciones, aunque a veces aparecían estupendas piezas, inaccesibles para mi modesto presupuesto; los mercadillos callejeros también dan sorpresas de vez en cuando, al igual que los antiguos "todo a cien" y algún que otro rastrillo de fin de semana.
En materiales está todo inventado, salvo una de madera antes mentada, la gran mayoría son de cerámica, más o menos fina, pero barro cocido en todo caso; el resto son de metal, desconozco la aleación, aunque suenan y bien. Eso es lo que cuenta. Durante un tiempo intenté conseguir que me hicieran una de cristal, un artesano del barrio de Santiago el Mayor, Reina se llama, pero no hubo suerte (de momento)

Hace unos días, buscando un regalo para un tercero en una tiendita del centro, apareció ella, una huertanica sonriente, hija de la misma artista que me proporcionó la menina, y Marián, siempre dispuesta al agasajo, me la regaló. Una pequeña historia más, la número 41.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El viento

El aire en movimiento es un meteoro caprichoso, silbando a través de las ramas y las hojas de los chopos hace la ilusión de la mar cuando sopla entre las velas y los aparejos de los veleros, y si además te trae gotas de agua que te azotan la cara cuando brilla el sol, la ilusión es casi completa, solo falta el balanceo bajo los pies para sentirte navegando.

Dependiendo de la intensidad, el aire puede ser agradable, cuando consiste en una brisa suave, o insoportable cuando te sacude en condiciones. Gracias al viento, los energético-verdes-negociantes han llenado de molinos de viento, -perdón, aerogeneradores- las alturas de nuestras sierras medias y muchas costas de tradición ventosa; la energía limpia que producen, carisima y subvencionada, nos la venden como la más ecológica, cuando lo cierto es que para instalar los dichosos molinos, que tanto afean el eco-paisaje, previamente han machacado los lugares de emplazamiento y han construido esplendidas pistas de acceso, que al menos pueden servir de cortafuegos. Especialmente horrendo es el Parque Eólico de Cabo Villano -Cabo Vilán- en la Costa de la Muerte, cerca de Camariñas, que arremete visualmente contra la abrupta y salvaje costa batida continuamente por la mar.

El viento que tan bien les viene  a los navegantes a vela y a los molinos de todo tipo, no siempre sopla a gusto de todos y te arruina el paseo cuando se te cuela por las rendijas de la ropa y del cuerpo, te trae polvo y arena a la boca y a los ojos, te empuja y te zarandea, te zumba en los oídos, te revuelve el pelo (a quién lo tiene), te aturde y a la postre, derrotado, te obliga a buscar refugio.

Ya sea en km, millas o nudos por hora, el viento sopla a gusto de unos y disgusto de otros; no pide permiso para darle vida a lo inanimado, lo hace de norte a sur, de este a oeste y viceversa, tiene mil nombres y como curiosidad diré que al dios-viento del Noroeste los griegos le llamaban Coro y los romanos, Corus, un viento frío y seco que se asocia con el comienzo del invierno y al que los marinos llaman Mistral.

Este puente de Todos los Santos el viento del Noroeste se adueño de las tierras altas murcianas con bastante intensidad, zarandeando árboles, barriendo hojas, trasladando nubes e incordiando los paseos campestres del turismo rural en sus días de descanso. A fe mía que Coro ha hecho de las suyas incluso en los cementerios, arruinando más de un adorno floral con los que con tanto esmero, los vivos homenajean a los muertos.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Los peregrinicos

A última hora de la tarde de este último día del mes, llegamos al Santuario de la Vera Cruz, cuesta arriba de los Caballos del Vino. Solos en la cuesta, solos en la explanada del Santuario y solos en su interior; todo para nosotros solos, el altar mayor iluminado, la música religiosa de fondo, el silencio, un rato de meditación, sin peregrinaje, sin Jubileo, sin parafernalia. 

Aun siendo hora de cerrar, un joven de pocas palabras nos ofrece abrir la capilla en la que se venera el lignum crucis, dentro de su conocido estuche con forma de cruz patriarcal de dos brazos horizontales. No es muy grande la reliquia, ni el relicario que la contiene; tampoco lo es la capilla que los acoge, apenas dos bancos y un pequeño altar. Un lugar sobrio y sencillo y una oración agradecida por tantas cosas.

Nuestro cicerone, tras cerrar la capilla, nos acompaña a la puerta del Santuario, cansado, son las ocho, lleva todo el día al pie del cañón, recibiendo visitantes, calcula que tres mil en este día, y en la puerta, de improviso, se confiesa: está triste, después de casi un año de Jubileo, de miles de visitantes, le queda la impresión de que el sentido religioso no es lo que mueve a la mayoría, no hay valores, -ni se les conoce-, son otros principios o afanes los que la motivan. Un día duro, procurando hacer su trabajo con la mejor voluntad, dirigiendo a la masa visitante que en muchos casos más parecen de picnic que de peregrinaje, unos intentando una oración y junto a ellos, otros vociferando sin, en su ignorante falta de educación, saber estar ni donde están.
 
No pide religiosidad, ¡Allá cada cual con sus creencias!, no espera que sepan donde están ni lo que allí se venera, no le importa a quién recen ni qué motive su visita, solo pide respeto de los unos a los otros. Un día y otro observando, oyendo inconveniencias, hasta insultos, intransigencias, egoísmo. Hay de todo, ¡Claro, como no! Pero es triste escuchar de su boca qué ya no le quedan fuerzas ni para enfadarse.

Ya es oscuro, ya se cerró el Santuario y el portón de las murallas. Mañana comienza un nuevo mes, nuevo horario, nuevos peregrinos, nuevas ilusiones y promesas y nuestro amigo seguirá allí, con la renovada esperanza en la bondad humana.