martes, 28 de diciembre de 2010

La Luz en la Navidad


Fieles a la cita con la Luz en la Navidad, llevamos acudiendo desde el primer año a la Plaza del Cardenal Belluga, para disfrutar del bonito espectáculo de luz, color y sonido, al que en los dos últimos años se ha añadido la interpretación en directo por la compañía lírica El Café de la Opera, de fragmentos conocidos de todo tipo de música.

Con el recuerdo de la representación del año pasado, este año no quería perdérmela de ninguna manera, y el último día, en el pase de las 8, allí estábamos, estratégicamente situados a medio camino del Moneo, el Obispado y la Catedral, aunque más cerca del Moneo para mejorar la perspectiva de la visual (Como los linieres en la banda para cantar el fuera de juego). En una noche fría de narices, la plaza estaba abarrotada; padres y madres con pequeños sobre los hombros y mucho, mucho calor humano, que dulcificaba un poco la gélida temperatura.

El evento, que duró unos 40 minutos aproximados, fue fantástico; los diez componentes del Café de la Opera, soberbios, dieron el do de pecho con largueza, distribuyéndose por los escenarios preparados al efecto por toda la plaza, llenaban esta con sus voces en cada interpretación. Este año estaban acompañados por una orquesta del Conservatorio Superior de Música, con los que se compenetraban a la perfección. Un único pero, eché de menos más música navideña y quizá algunos motivos alusivos en vez de tantas cartas del Tarot y abanicos multicolores.

Me he dedicado a buscar el nombre de las piezas interpretadas, que en cada pase eran distintas, salvo los bises finales, que se repetían, y estas fueron, por orden: "Song To The Moon", "Toreador", "La Cenerentola",  "Agnus dei", "El Tamborilero", "Amigos para siempre", "A mí manera", "La Parranda" y como remate, "O sole mío", que arrancó los más calurosos aplausos y vítores de los asistentes.

A pesar de la temperatura, mereció la pena el plantón a pie firme en la fría noche. Además, estas aglomeraciones siempre dan lugar a entretenidas anécdotas, como la del año pasado, cuando una pareja, situada delante de nosotros, se afanaba en retratar la fachada de la Catedral según iba siendo iluminada con diferentes motivos. La cámara debía ser nueva y por tanto, desconocida, ya que el hombre obtenía muy pobres resultados. Empeñado en usar el flash de la maquinita para iluminar la escena, foto tras foto le salían oscuras a más no poder.

Como yo estaba detrás, y comprobaba los tristes resultados de sus esfuerzos, no pude resistirme y le sugerí que desconectara el flash y lo intentara con la luz ambiente. Después de varias probaturas y algún consejillo más, las fotos del buen señor comenzaron a resultar aceptables, hasta el punto que acabado el espectáculo se mostró calurosamente agradecido y entablamos una amigable conversación que nos llevó a conocer de su origen ucraniano, profesor de Física en una universidad norteamericana y de intercambio durante el curso en la UMU. Enamorado de Murcia desde sus años jóvenes en que la conoció durante una breve temporada, había aprovechado la posibilidad de volver a trabajar en ella, y en aquellos días navideños, se trajo a su esposa, también ucraniana y profesora de ruso en la misma universidad americana, para enseñársela. Una pareja encantadora, él hablaba estupendamente el castellano, y durante un buen rato disfrutamos de una amena conversación sobre los avatares que habían llevado al profesor desde su Ucrania natal a los USA donde conoció a su mujer.

Este año, saludamos algunos conocidos y un niño le dio unos globazos a Marián con su espada globosa, hasta que su madre se hizo cargo de la situación. La mejor anécdota de esta edición ha sido el magnífico espectáculo, fundamentalmente por la soberbia actuación de los cantantes del Café de la Opera y el acompañamiento del Conservatorio, que ha resultado la Luz en la Navidad
Fotos: Internet

Navidad en Urgencias

25 de diciembre. Día de Navidad.

Urgencias. Sala de espera de familiares del Comarcal de Caravaca, seis o siete filas enfrentadas de asientos color toffee, que en su día debieron ser mullidos y cómodos y ya están hartos de vivir. Carteles informativos a medio arrancar por los bajos, señal evidente del paso continuo de chiquillos aburridos. Docena y media de parroquianos entre familiares y enfermos esperando su turno, varias parejas con sus niños chicos trepando por los sillones, unos cuantos abuelos, varias nacionalidades y nosotros con nuestra lesionada. Menos mal que había tele; cuando llegamos estaban a medio las andanzas de Cocodrilo Dundee con el volumen en "0", que viene muy bien para que cada cual se monte la historia y los diálogos a su gusto.

Al teléfono móvil:
- Pues nada, el papá, que anoche cenó en casa con nosotros y cuando lo llevamos a la suya iba un poco fatigado, luego sobre las tres se puso peor y le dio una fatiga que casi no podía respirar; aguantó hasta la mañana y nos lo trajimos para Urgencias. Desde las diez de la mañana estamos aquí, le pusieron oxigeno y lo tienen en las camas, en observación, pero mira la hora que es (nueve de la noche), no nos dicen nada, llevamos todo el día aquí metidos y no sabemos que hacer, voy a entrar otra vez por si me dicen algo, la batería está que se acaba, así que te dejo.

La buena mujer se recompone, va arreglada de Navidad, el pelo de peluquería, no esperaba pasarla en Urgencias; atraviesa la puerta de acceso y desaparece por un rato. Sigue el trasiego de idas y venidas y varias urgencias más urgentes adelantan a la nuestra. Paciencia, total, no queda otra. Vuelve la mujer que acampa desde la mañana, resignada, saca un cargador del bolso y lo enchufa donde encuentra para revivir su celular.

- Daniela Narcisa, acuda a la consulta de ginecología, y allá va la oronda Narcisa de la mano de su robusto chico de tupido pelo negro azabache, camino del ginecólogo, con la esperanza de que la ponga a parir antes del 31, y conseguir así el cheque bebé que ya expira.

Por mitad de la sala, muy formalitas, dormitando, dos abuelas vestidas como las abuelas de campo, colores oscuros, indefinibles, zapatos recios con medias gruesas, el pelo corto y cano les asoma a flecos por debajo de sendos gorros de lana de un azul desvaído; las dos con gafas de pasta oscura, como las que ahora vuelven a estar de moda. Repantingadas, dos angelitos iguales, como dos gotas de agua. ¡Lástima de no llevar la cámara para inmortalizarlas!

Nuestra lesionada sigue aguantando valiente y comprensiva con los que la adelantan, están peor que ella y solo hay un traumatólogo de guardia. Por fin le llega el turno, desaparece un rato de la sala de espera, para regresar sobre ruedas a falta del resultado de la radiografía. ¿Qué será? ¿Tendinitis? ¿Esguince? ¿Frío? ¿Calor? Vuelta al box y regreso triunfal con diagnóstico y venda compresiva para aliviar los dolores.
Renqueando nos vamos, casi tres horas fuera del guión marcado, atrás quedan las gemelas dormilonas, la señora del padre indispuesto desde la mañana, algunos sufridores más acurrucados en los sillones toffee. No sabremos si Daniela Narcisa conseguirá su propósito antes de Fin de Año. En la tele una de la época de "Vente para Alemania, Pepe", con Alfredo Landa y José Sacristán en plena forma.

Celadores, enfermeras, médicos, auxiliares, guardias de seguridad, limpiadoras, trabajando el Día de Navidad para que todos los demás podamos disfrutar de la fiesta con la tranquilidad de que ellos están ahí, y ahí seguirán por mucho que les toquen el sueldo, las horas y los co...