jueves, 14 de octubre de 2010

Los Pilares de la Tierra

Vidriera de las Santas Justa y Rufina.  Juan Bautista de León. 1.685. Catedral de Sevilla
Aunque no sigue muy fielmente el libro de Ken Follett, la serie que ha emitido Cuatro no ha estado mal. El libro me gustó, la serie no tanto, aunque lo que me trae aquí no es ni lo uno ni la otra. Me trae la Catedral, concretamente las vidrieras; siempre me han llamado la atención las vidrieras de las catedrales, santuarios, monasterios, iglesias ... Viendo los Pilares de la Tierra caí en la cuenta de lo importante que es la naturaleza y su observación para que el ser humano consiga sus propósitos. Tanto el cantero Tom como su prohijado Jack vivían en pleno contacto con la naturaleza y ambos eran espabilados, pero el segundo era el que mejor sabía exprimir lo que le rodeaba, de ahí que ideara la forma de hacer entrar esa luz tan cautivadora en su catedral al observar las alas de las libélulas y la forma en que la luz atraviesa sus delicadas alas. Esta es, al menos, la versión romántica de la invención de las vidrieras que a mi me gustaría fuera real. Porque, en caso contrario ¿Que objeto tiene la existencia de las libélulas?

Libélula en reposo

Mariposas

Los bichos no posan como el resto del mundo, se ponen donde quieren, como quieren y lo que es peor, el tiempo que quieren (eso claro, cuando te dan el gusto de pararse lo suficientemente cerca), esto le da una pizca de emoción y un mucho de frustración al intento de retrato del animalejo en cuestión. También cuenta, y mucho, el equipo de retratar, normalmente no lo suficientemente potente y sofisticado como le gustaría al retratista.
Tras estas vanas excusas, traigo aquí tres adquisiciones recientes de mariposas ibéricas. Por orden cronológico de adquisición, empezaré por una Euchloe ausonia, también conocida como Blanca meridional, alimentándose tranquilamente este verano.
Las siguientes adquisiciones tuvieron lugar el mismo día (buena caza), ambas estaban un poco tocadas de cola y les faltaba parte del timón de vuelo, señal de que ya estaban maduritas y hartas de revolotear. La primera, una Papilio machaon, o Macaon a secas, estuvo posando amablemente durante un buen rato, así que no había escusa para sacarla en condiciones ¡Lástima de la cola mutilada y del fondo poco propicio!
La última, una Iphiclides podalirius feisthamelii, o como queda más familiar y según la zona, Podalirio o chupaleche, no fue tan paciente, estaba más nerviosa y no paraba de alzar el vuelo y posarse; en una de esas pude hacerle un par de fotos y en seguida otra vez a volar. Fue su último vuelo; mientras yo estaba entretenido con las mariposas, una bandada de abejarucos sobrevolaba el Cerro alrededor del Santo y en un instante oí un zumbido seguido de un chasquido a estribor y por el rabillo del ojo tuve conciencia del vuelo de uno de aquellos espabilados con la mariposa en el pico. No somos nadie debió pensar la chupaleche (si le dio tiempo, claro)

Aniversario. Y 2.

Este aniversario ha sido un poco atípico: no hemos hecho viajecito, no nos hemos regalado nada y ni siquiera nos hemos tomado los socorridos langostinos de las celebraciones. Es más, cuando nos pilla en Murcia como ha sido el caso, nos gusta darnos una vueltecita por la Catedral y sentarnos (si está abierta) un ratito en la Capilla de Los Velez. Pues esta vez, ni eso; el lunes 11 por la mañana de nuestro flamante aniversario, emprendimos paseo sin rumbo fijo, pero con el pensamiento puesto en nuestra tradicional visita catedralicia. ¡Cerrada! estaba cerrada. Lunes por la mañana y cerrada. Para consolarnos, unos raquíticos mejillones en La Mejillonera, que ni pudimos sentarnos porque estaban haciéndole el marketing a la terraza; total, que acabamos un poco desconsolados frente a un par de ensaladillas rusas en el Marcos y antes de rematar el día en Alicante con muchas mejores sensaciones.

Hoy en cambio, ha sido otra cosa, ni era 11 de octubre, ni nuestro aniversario, ni ha sido premeditado, pero el paseo vespertino ha acabado en la Catedral y hemos rematado con una visita a la Capilla de Los Velez, radiante de luz, como el día de nuestra boda y con una misa, como el día de nuestra boda. No ha habido aplauso al final, pero nos ha venido bien echar un rato en la casa del Señor que tan buenos recuerdos nos trae, y al menos hemos cargado las pilas para hacer frente a tantos interrogantes que se nos plantean día a día. Algunas veces, las celebraciones vienen a ti cuando menos te lo esperas.