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¿Y ahora, qué? La niña que
denunció a sus padres por secuestro y que en virtud de todos los protocolos
habidos y por haber fue a parar a un centro de acogida de la Junta de
Andalucía, lejos de sus progenitores y a salvo de sus desmanes, ha tomado las
de Villadiego y nadie sabe donde está.
A lo mejor, la chiquilla tampoco
encontró de su gusto el funcionamiento del centro de acogida, con horarios para
levantarse y acostarse, con comidas iguales para todos, normas de
comportamiento y convivencia entre los internos.
Quizá algún educador del centro
le dijo algo que no fue de su gusto, o simplemente, no la dejaron hacer su
santa voluntad de adolescente y pies para que os quiero.
O, a lo peor, el día de su
desaparición lo fue por voluntad ajena y aquí entrarían en juego las
responsabilidades de cada cual en el asunto, pues algo no ha funcionado en “el
protocolo habitual en estos casos”, a que se refería la consejera para la
Igualdad y el Bienestar Social de la Junta de Andalucía cuando
justificó las actuaciones realizadas.
Ahora no vale echar balones
fuera. ¿Quién va a dar la cara? Lo primero justificar la actuación: los padres
están separados, la niña había estado encerrada en el sótano de una casa
aislada poco menos que a pan y agua, además apareció con un ojo morado, después
de conseguir escapar de su prisión. Había que actuar con diligencia. Bien, hecho está. Y ahora que la Administración ha fallado en su deber de custodia, ¿donde están el juez y el fiscal de menores exigiendo responsabilidades y mandando a la Guardia Civil a detener a quien corresponda?
Empate técnico: la niña ha
burlado tanto a sus padres como a la Administración, a los primeros denunciando su secuestro, y ojalá ahora aparezca para denunciar a la
segunda por mal funcionamiento de los protocolos. Por lo menos,
aparecería.
Yo padre, me plantearía denunciar
a todos y cada uno de los responsables en esta mascarada, que por su exceso de celo, de un simple
lance cotidiano en la vida de las familias actuales, han
dado lugar a un circo donde los principales perjudicados serán padres e hija,
independientemente del orden en que los coloquemos.
¿Se acuerda alguien de que, no ha
mucho, desapareció del Código civil la potestad de corregir razonable y
moderadamente a los hijos? Pues en esas estamos y a ver quien lo para. De
momento, ya se le ha enseñado el protocolo de actuación a seguir a la legión de
adolescentes insatisfechos que nos rodea, y además con todo lujo de detalles.
¿Cual es el guión del protocolo? 1º Denuncia; 2º Acogida; 3º Huida; 4º Despliegue
mediático; 5º Retorno en olor de multitudes; 6º recorrido estelar por las
telebasuras; 7º Ponga cada cual lo que quiera.
¿Continuará?
Ilustraciones: Internet