Y además, el vino. Este mes de diciembre vamos tomando conciencia, poco a poco y de una en una, de las sucesivas subidas que graciosamente, se les han ido aplicando al precio de los artículos o servicios de uso cotidiano más o menos indispensables.
Se estrenó el mes con la subida de la luz; creo que tengo contratado el servicio con algo que se llama Ultimo Recurso de Iberdrola, que no se muy bien que significa, ni en qué se diferencia de la Iberdrola de toda la vida, pero que me factura una vez al mes y no cada dos como antes, y por lo que he podido observar, es la única forma de digerir el susto al repartir lo que pagamos en más veces, para que parezca que la púa es menor.
A pesar de que apenas hemos recurrido a la calefacción eléctrica hasta ahora, gracias a la soleada orientación al mediodía de mi casa, a que cocinamos y nos duchamos con gas natural y que el 90% de las bombillas que tenemos son de bajo consumo, la factura correspondiente al mes de noviembre se ha puesto del tirón en 134,00 € , o lo que es lo mismo, 22.296 pesetas, que no son moco de pavo. No quiero pensar en la cifra de la factura que nos llegará en plena cuesta de enero, después de calentar a la familia y al Belén durante la Navidad. Y esto es el principio, las Cías. Eléctricas no han dicho su última palabra y siguen pidiendo subidas.
La segunda y estratégica subida se produjo al inicio del puente de los controladores (antes llamado de la Constitución y de la Inmaculada) con la gasolina, gasóleo y derivados por la estratosfera, a pesar de que el petróleo en origen está un 60% más barato que en sus momentos de mayor esplendor. Debe ser a causa del céntimo solidario para la Sanidad. En la gasolinera de EROSKI, tradicionalmente de las más baratas de Murcia, he pagado el litro de 95º al precio record de 1,23 €, es decir, 205 pesetas del ala, que multiplicadas por 8,5 que son los litros que mi auto consume cada 100 km. por término medio, resulta que ir y volver a Archivel a regar las plantas, me cuesta 3.485 pesetas de gasolina.
La tercera subida la ha parido el BOE entre el 8 y el 10 de diciembre, con una subidita media de unos 40 céntimos la cajetilla de tabaco; como ejemplo, el Ducados se pone en 3,85 € el paquete blando, mientras el duro llega a los 4,70 €, o sea, 782 pesetas, que divididas entre los veinte pitillos de la caja, hacen la módica cantidad de 39 pesetas el cigarro y casi 4 la calada. Haciendo una estimación de 1 paquete fumado al día, multiplicado por los 365 días de cada uno de los 29 años que llevo sin fumar, he dejado de gastar, la friolera de 8.277.470 pesetas, a los precios de ahora. Gracias a la fuerza de voluntad y a la complicidad de mi costilla, nos hemos ahorrado entre los dos, 16.554.940 pesetas, y eso sin salirnos del paquete diario por cabeza. (También nos hemos ahorrado unos pulmones con más alquitrán que la marea del Prestige y alguna que otra secuela más)
¿Y el vino, qué? El vino bien, gracias; gracias a la gran variedad de denominaciones de origen y dentro de ellas, a la cantidad de bodegas que ofrecen sus productos, podemos comprar vino por debajo de 1 € (166,386 pesetas) para cocinar o beber sin pretensiones y hasta en botella de cristal con corcho de corcho. Desde ahí hacia arriba, el abanico de precios es total; por el precio de un litro de gasolina de 95º, te puedes agenciar una botellita de Rioja o de La Mancha de oferta, más que apañada. Las posibilidades se disparan si nos gastamos el equivalente a un paquete de tabaco, pudiendo elegir entre crianzas y reservas de todas las denominaciones. Para los no entendidos en el noble arte del vinateo, no hay nada como ir al hiper o a la bodega selecta con una guia de vinos recomendados a precios asequibles, que nos quiten el mal sabor de boca que dejan el tabaco, la gasolina, la luz ... y las que vengan.
Nos hemos olvidado demasiado pronto que 1 euro son 166,386 pesetas.
¡Que viva el vino! ¡Que viva siempre! Y que nosotros nos lo bebamos.
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