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“Guárdame como a la niña de tus ojos; Escóndeme bajo la sombra de tus alas" Libro de las Salmos. Salmo 17,8.
"Mi niña" la llamas, desde que te conozco y la conozco; figura central de tus pensamientos y desvelos. La has llevado de tú mano, le has inculcado tus saberes, la has apoyado y sostenido en las adversidades, has disfrutado con sus éxitos, la has visto transitar de niña a mujer mientras te blanqueaba el cabello, mientras procesionabas tras ella atento a sus primeros pasos, oculto orgulloso bajo el capuz.
Habéis crecido los dos, tan distintos, tan iguales, bajo la atenta mirada de la madre que atemperando y administrando complicidades, esperaba con incertidumbre el momento en que la vida distanciase vuestros caminos, esperando estar preparada para ello y disfrutando intensamente como propia, la felicidad de su niña cuando al fin llega.
Radiante sale a la luz del cobijo de tus alas para volar con las suyas propias, dejando un pellizco de desazón que rápidamente deja paso a la satisfacción del deber cumplido.
"Mi niña" la llamas, desde que te conozco y la conozco; figura central de tus pensamientos y desvelos. La has llevado de tú mano, le has inculcado tus saberes, la has apoyado y sostenido en las adversidades, has disfrutado con sus éxitos, la has visto transitar de niña a mujer mientras te blanqueaba el cabello, mientras procesionabas tras ella atento a sus primeros pasos, oculto orgulloso bajo el capuz.
Habéis crecido los dos, tan distintos, tan iguales, bajo la atenta mirada de la madre que atemperando y administrando complicidades, esperaba con incertidumbre el momento en que la vida distanciase vuestros caminos, esperando estar preparada para ello y disfrutando intensamente como propia, la felicidad de su niña cuando al fin llega.
Radiante sale a la luz del cobijo de tus alas para volar con las suyas propias, dejando un pellizco de desazón que rápidamente deja paso a la satisfacción del deber cumplido.