Toma corta |
Pues sí señor, los Goya 2012 ya
tienen dueños y dueñas, elegidos y votados por los miembros y miembras de la Academia
de las artes y las ciencias cinematográficas de España.
He oído que el cine español, a
pesar de lo que dicen las malas lenguas, ha recaudado en taquilla más de lo que
recibió en subvenciones. Escuché como el Sr. Segura, D. Santiago, el de
Torrente, entre bromas y veras, se quejó de que siendo su película la más
taquillera, no hubiera recibido ni una mísera nominación. Y algo de razón tendrá
el hombre, y más si tenemos en cuenta, que esto del cine, además de un arte,
es, sobre todo, un negocio.
El hombre se vengó a su manera
poniendo a escurrir al personal y lanzándole puyas y picas a las vacas
sagradas de la cosa, mientras le dedicaban media y forzada sonrisa desde las
primeras filas con cara de hacerles gracia.
También ví, de pasada, a la Sra. H,
Dña. Eva, que, la verdad, entre los tacones y lo afilada que está, más parece Sra. I,
haciendo de graciosa con regular éxito, aunque con su mérito, que eso de ser
chistoso oficial y tener que demostrarlo de continuo, debe ser harto cansino.
Bueno, pues eso, que nuestros
artistas se dejaron “flashear” por la alfombra roja, a tope de glamour, ropa
lujosa y sonrisas “profidén”, se premiaron, se consolaron, se desahogaron, se
miraron el ombligo y se fueron tan contentos unos y tan repuestos los demás.
¿Se fijó alguien en que Dña. Melania, Sra. de Banderas, en primera fila, no se
enteraba de nada y miraba a su marido para saber cuando aplaudir? ¡Angelito!
El próximo año intentaré ver más
rato de la Gala y así no me perderé momentos memorables como el del Sr. Segura
reclamando un Goya, aunque su único mérito hubiera sido “Poner a trabajar a
Paquirrín”. Que ya es.