viernes, 9 de septiembre de 2011

Los Deberes de Pascuala


¡Sólo tengo que terminar los deberes de Pascuala!... ¡Sólo tengo que terminar los deberes de Pascuaaaaala… papá! Va proclamando un jovencito que no levanta más de dos palmos del suelo y elevando el tono según salen las palabras por su boca, igual que hace la señal de llamada de mi teléfono cuando tardo más de la cuenta en hacerle caso.

Y es que el jovencito camina cansino bajo un sol de justicia, arrastrando su cuerpo por las cristaleras de una fachada, siguiendo a veinte metros la estela de su padre que abre camino calle adelante y que probablemente, en algún momento anterior le había preguntado a su vástago por su primer día de clase, de vuelta de las vacaciones.

Por la cara del padre, seguro que la pregunta había sido más retórica que otra cosa, pero el chaval, después de una mañana de libertad perdida entre las paredes de su aula, hacía recuento de actividades y la “seño” Pascuala, por lo visto, ya se había metido en faena de buena mañana y puesto a currar a sus muchachos con todo el celo de su profesión.

Bastante mérito tiene el chiquillo de haberse metido al cuerpo un madrugón de sopetón para ir a su primer día de clase, y más mérito aún el del padre/madre que lo ha puesto en disposición de revista para pasaportarlo al cole, junto con el mucho mérito de la “seño” Pascuala de acoger a su asilvestrado rebaño el primer día y no haber fenecido en el intento; por eso pienso, que con tanto esfuerzo de todos, quizá la “seño” Pascuala podría haberse dejado los deberes para el lunes, permitiendo a sus chiquillos disfrutar sus dos últimos días de asueto.

Porque como toma de contacto, aterrizaje o llámesele como se quiera, empezar el cole un caluroso viernes murciano, basta y sobra sin necesidad de los deberes de Pascuaaaala. ¿O no?

Ilustración: Internet