domingo, 12 de junio de 2011

Flor de Ajo

El ajo es una planta de origen asiático formada por un bulbo o cabeza que tiene de 11 a 15 dientes cada una. Su nombre deriva del latín halum que viene de halare, dar olor. Junto con la cebolla, son considerados como alimentos-medicamentos.

Desde los egipcios, pasando por los griegos, los romanos o los vikingos, ya se empleaban el ajo y la cebolla para ayudar a liberar las toxinas del organismo; también se los recetaban a los enfermos mentales y para curar infecciones o en problemas respiratorios.


Flor de ajo gigante - Allium giganteum


Y esto es solo el principio de la cantidad de propiedades terapéuticas que se le atribuyen al ajo, tanto como medio preventivo como curativo en cantidad de enfermedades:

El ajo ayuda a prevenir y curar todas las enfermedades de las vías respiratorias.

Se utiliza para eliminar parásitos y en estos casos el jugo del ajo es uno de los mejores remedios. Aún en las especies difíciles de expulsar se obtienen resultados sorprendentes. (Me cuesta imaginar cuales son esos parásitos difíciles de expulsar y me pregunto por donde hay que hacerles llegar el jugo del ajo y por qué orificio huyen los malditos parásitos)

Ayuda a quienes padecen de ácido úrico –esto me interesa especialmente- y actúa como protector en la calcificación de las arterias. Previene la hipertensión y la mala circulación ya que posee una acción hipotensora. Con respecto a estas patologías circula por ahí un producto casero llamado Licor de ajo que ayuda en estas situaciones.

Yo lo transcribo tal cual, aunque no se si me atreveré a preparar el brebaje y beberlo:

200 cc. de alcohol etílico
50 cc. de agua hervida y fría
50 gramos de ajo bien picado (aproximadamente una cabeza)

Se coloca todo en un bollón cerrado y se deja en la heladera durante 10 días.
Cada día y medio se bate enérgicamente. Luego se cuela y se puede guardar en la heladera.
Se hacen 2 tomas. Una de mañana y una de tardecita mezclando 15 gotas en 1 cucharada de jugo de limón.
Se puede tomar esta toma en los meses de verano hasta el otoño.

El remedio y la preparación tienen su miga y haga más o menos efecto, te mantiene entretenido una temporadita.

Siguiendo con sus propiedades, se dice que es estimulante, diurético, expectorante y que ayuda a eliminar los viejos residuos que van quedando en el organismo. (Si no se fueron con los parásitos al aplicarles el jugo de ajo)

Sus enzimas favorecen una buena síntesis de los ácidos grasos ayudando a bajar el colesterol malo o LDL. (Esto también me interesa)

Tiene un alto contenido de fósforo y de azufre por eso se destaca como un sedante especial para los nervios. (A más de uno le vendría de perlas, de ajo)

Otra receta curativa: en casos de reuma da excelentes resultados, crudo, rallado, aplastado o picado, lo ponemos en una taza con un caldo de verduras y lo tomamos media hora antes de las comidas.

Es muy recomendable como desinfectante por lo tanto en caso de picarnos algún insecto extraño –y si es conocido, también-, podemos frotarnos con ajo crudo, (así que ya sabemos, al campo siempre con una cabeza de ajo en el bolsillo, por lo que pueda pasar)

No podemos olvidar que el órgano que más se beneficia con el ajo crudo es el corazón. Si tenemos en cuenta que el ajo es el gran purificador de la sangre sacaremos como consecuencia que también es el gran fortalecedor del corazón.

Investigaciones realizadas en Japón afirman que se ha utilizado con éxito en el tratamiento del cáncer digestivo, disminuyendo la incidencia de esta enfermedad.

Para sacarle el máximo rendimiento a este tesoro vegetal, es aconsejable comerlo crudo, ya que cocido pierde más del 90% de su efectividad. (Y frito, ya ni te digo)

Flor de Ajo

Para seguir, una interesante teoría del porqué del mal olor que se atribuye a la ingesta del ajo:

Según información sacada del libro Consejero de Medicina Natural, el ajo produce mal aliento y transpiración desagradable sólo por un corto período de tiempo, mientras las toxinas acumuladas son expulsadas del organismo. Una vez liberadas éstas ya no se despide mal olor, ni en el aliento, ni en la transpiración, ni siquiera en la orina y las deposiciones.

Esto se debe a que ese olor desagradable que se atribuyen a los ajos no es debido a los ajos propiamente dicho sino a las toxinas acumuladas en el organismo que al combinarse con los activos principios eliminadores del ajo, despiden ese olor desagradable.

Esto se puede entender fácilmente con este ejemplo.

Una persona que practica una alimentación sana y natural donde el ajo ocupa un lugar preferencial no desprende ese olor tan desagradable que se le atribuye al ajo.

Sí ocurre en aquellas personas que comen ajo, pero a su vez continúan con una mala alimentación basada en alimentos ricos en grasas, embutidos, bebidas alcohólicas, etc.

En estos casos lo que sucede es que el ajo continua constantemente eliminando toxinas producidas por la mala alimentación y es justamente la constante eliminación de estas sustancias la que producen ese olor desagradable, no el ajo.

Aquí, ni he puesto ni quitado una coma al Libro Consejero de Medicina Natural.

Y ya para rematar, unos sencillos consejos que nos ayudaran a comer ajo sin morir en el intento y sin acabar con nuestras amistades:

Podemos comenzar para acostumbrarnos, con uno o dos dientes de ajo, que lo podemos acompañar con un pedazo de pan, masticándolos bien. Luego, de a poco, aumentaremos hasta llegar a cuatro o cinco. La cantidad depende de la tolerancia de cada persona, hay quienes llegar a comer hasta una cabeza entera sin molestias y con grandes resultados.

A muchas personas se les dificulta su tolerancia debido a las sustancias sulfuradas que se manifiestan en el aroma tan característico. Esto es lo que puede provocar cierta intolerancia digestiva.

Consejos que ayudan a evitarlo. Machacar bien cada diente, esto corta una cadena química compleja disminuyendo ese tipo de sustancias que pueden originar un problema digestivo.

Para eliminar el mal aliento, se aconseja comer manzana o perejil fresco después de ingerirlo.

¡Salud!