jueves, 15 de marzo de 2012

Los Anuncios de la Tele

Logos televisivos


Que las televisiones comerciales nutren sus arcas a costa de los anunciantes es cosa sabida y sufrida. Si no hubiera anuncios, posiblemente no existiría la tele (Y quizá nos fuera mejor, pero esa es otra historia)

A lo que yo vengo es a protestar por la impertinencia de los anuncios de la tele.

Procedo: Antaño, tú sabías que durante un programa cualquiera, se producían una serie de cortes, llamados publicitarios, en los cuales te colocaban la publicidad correspondiente, y que podías disfrutar tranquilamente, o aprovechar el momento para hacer aguas menores (o mayores), darte una vuelta por la nevera, cambiar de canal para echar una visual por otras cadenas o charlar con tu vecino de sofá. Era lo establecido y por lo único que quizá se protestaba era por la mayor o menor duración del corte, o por la cantidad de ellos durante el mismo programa.

En la actualidad, hemos ganado en cantidad, que no en calidad, de cadenas, en HD, en Super HD o en Megasuper HD, pasando del 2D al 3D, camino del 4D (que va a ser un susto cuando se nos salga la gente por la pantalla y nos encontremos el salón atestado de personal, bichos y otras cosas). Y también ahora, las cadenas se han escurrido la sesera para meternos los anuncios hasta con calzador. 

A traición, diría yo, o ¿no es a traición que en el telediario, da igual la cadena, el tipo de los deportes o el del tiempo, empalmen la última jugada de Higuaín con un seguro a todo riesgo para el coche, o las bajas presiones con la última oferta telefónica en vigor?

Que no es serio, hombre. Y que decir de esos sempiternos cartelitos que ahora nos colocan en las esquinas de las pantallas, en una banda inferior o donde puñetas se les ocurre, anunciando futuros programas de la casa y que no quitan durante toda la emisión. Esto ya no es manipulación subliminal, sino tortura pura y dura, además, seguro que contravienen todas las normas existentes en cuanto a duración y cantidad de anuncios permitidos por minuto cuadrado.

Y por último, (que me acuerde), lo que más fastidio me produce es la última pausa publicitaria que insertan justo cuando está a punto de acabar la película o serial de turno que estás viendo, entre la maraña de cartelitos antes mencionados; pausa que no baja de los seis minutos, que te hace perder el hilo de la historia, si es que has conseguido pillarlo en algún momento, y que no tienes más remedio que tragarte para enterarte de lo que pasa en los 3 a 5 minutos finales de lo que estabas viendo. Que hay que jorobarse, la mala leche del fulano que ha inventado esta última pausa, que yo denomino “del suspense”, (en plan fino)

Una vez desahogadas y compartidas mis cuitas televisivas, me consuelo como un tonto, por aquello de “mal de muchos, consuelo de tontos”.
Logos: Internet