Tengo dos seguidores incondicionales (y algunos lectores más) de este rincón de sastre, que llaman blog. Un blog sin seguidores es como un diario debajo de la cama; yo ya tengo dos, uno mi amigo Antonio y otro mi hija Blanca; no podía ser de otra manera, dos asideros importantes en la vida, la amistad y la familia; hay más, pero estos son importantes.
Lo bueno de tener un amigo es que sabes que está ahí, lo veas mucho o poco, tengas más o menos relación, está ahí, te acuerdas de él y sabes que él también se acuerda de ti. Normalmente no necesitas nada en tu devenir diario, pero si lo necesitas, él está ahí, disfruta con tus alegrías y sufre con tus penas. Cuando me contó que colgaba sus fotos de barcos en un blog, me acordé del mío, creado y abandonado al mismo tiempo y me animé a retomarlo. Ahora nos seguimos mutuamente, nos enseñamos nuestras cosas.
Cuando Blanca se enteró de que yo hacía mis pinitos blogueros, yo me enteré de que ella ya hacía los suyos por su cuenta. ¡Que cosas! Tan cerca y tan lejos, ahora nos permitimos el lujo de conocer otras facetas de nuestra vida que en nuestra relación casera no surgen. Bien.
Echo mano de mi lista de contactos en el outlook y veo la cantidad de personas con las que comparto ese medio de comunicación: trabajo, familia, ocio ... Bueno, algunos de ellos seguro que se entretienen con mis cosas, rebuscando en mi cajón de sastre, así que he decidido dar el paso de compartirlo con ellos. Saludos cordiales.