Siempre pasa lo mismo, cae un aguacero inesperado y todos sentimos la necesidad irreprimible de meternos bajo el agua hasta quedar empapados como una esponja. No importa que la experiencia nos diga que un chaparrón repentino se va con la misma velocidad que llega, nos ponemos a chapotear como si nos fuera la vida en ello hasta que nos chorrea el agua por todo el cuerpo acumulándose en los zapatos.
Y es que generalmente los humanos somos impacientes e irreflexivos, lo que nos lleva en multitud de ocasiones a protagonizar episodios absurdos, aunque como en el chaparrón de las imágenes, las artistas del mismo se lo pasaron pipa entre charco y charco sin soltar sus paraguas.
A lo hecho, pecho, unos estornudos y un poco de tos y ¡a disfrutar el momento!