Chevrolet años 30 |
El paseo de Alfonso X el Sabio de Murcia, conocido coloquialmente como Tontódromo,
une las plazas de Santo Domingo y la
Redonda bajo una doble hilera de grandes plátanos a cuya
sombra, por generaciones, se ha tomado el aperitivo en alguna de las terrazas
que lo jalonan.
Pero no solo de aperitivo vive el
hombre. Por el Tontódromo se lucen el palmito y las mejores galas, se pasea
despacio saludando a diestra y siniestra, se cotillea aquí y allá, se charla
con los conocidos, se curiosea por los puestos de quita y pon con libros, “oenegés”, cerámicas, bisuterías o
arreglos navideños, según la temporada.
Tradicionalmente la plaza de Captesa, a mitad del paseo, ha sido lugar de encuentro del pijerío
colegial murciano, que también durante generaciones ha pelado la pava por sus
rincones. Hacia el norte, la calle Pérez
Casas atrae multitudes nocturnas con el Volapié como última adquisición, y al sur, a la espalda del Convento de Las Claras está el de
siempre, con su barra larga, todo pasillo y cristalera, sin apenas sitio para remenearse entre los taburetes. Café Bar.
Biscuter años 50 |
Y ahí empieza y acaba la
historia, en Café Bar. Ese es el
lugar, no solo por sus marineras, sus
cañas o sus patatas fritas, que tienen un “nosequé”
especial, o por sus estratégicas terrazas siempre a tope, o por sus
camareros de siempre, con todas las letras y todo el oficio. A Café Bar también se va a “fardar”, a lucir el coche o la moto de
nuestras entretelas, una o dos vueltas al Tontódromo, lentas, para que te vean
bien, para despertar la envidia de todos cuando aparcas parsimoniosamente en la puerta y te sientas a tomar tu bien merecido
aperitivo, mientras admiran tu buga.
Lo mismo da un Audi último modelo, que un Biscuter, que un Chevrolet con ruedas de madera, si no lo llevas a Café Bar un sábado o un domingo al mediodía,
el ego exhibicionista que casi todos tenemos, no acabará satisfecho.