Este aniversario ha sido un poco atípico: no hemos hecho viajecito, no nos hemos regalado nada y ni siquiera nos hemos tomado los socorridos langostinos de las celebraciones. Es más, cuando nos pilla en Murcia como ha sido el caso, nos gusta darnos una vueltecita por la Catedral y sentarnos (si está abierta) un ratito en la Capilla de Los Velez. Pues esta vez, ni eso; el lunes 11 por la mañana de nuestro flamante aniversario, emprendimos paseo sin rumbo fijo, pero con el pensamiento puesto en nuestra tradicional visita catedralicia. ¡Cerrada! estaba cerrada. Lunes por la mañana y cerrada. Para consolarnos, unos raquíticos mejillones en La Mejillonera, que ni pudimos sentarnos porque estaban haciéndole el marketing a la terraza; total, que acabamos un poco desconsolados frente a un par de ensaladillas rusas en el Marcos y antes de rematar el día en Alicante con muchas mejores sensaciones.
Hoy en cambio, ha sido otra cosa, ni era 11 de octubre, ni nuestro aniversario, ni ha sido premeditado, pero el paseo vespertino ha acabado en la Catedral y hemos rematado con una visita a la Capilla de Los Velez, radiante de luz, como el día de nuestra boda y con una misa, como el día de nuestra boda. No ha habido aplauso al final, pero nos ha venido bien echar un rato en la casa del Señor que tan buenos recuerdos nos trae, y al menos hemos cargado las pilas para hacer frente a tantos interrogantes que se nos plantean día a día. Algunas veces, las celebraciones vienen a ti cuando menos te lo esperas.
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