Hoy he tenido el gusto de hacer nuevos amiguitos, bueno, amiguitas. Si la semana pasada las amiguitas que hice iban vestidas de verde con redecilla, las de hoy iban de azul inmaculado, de profesión dentistas y asociados. Todavía me duelen los puntos de la última intervención, y de nuevo me he puesto en manos de otros profesionales de la medicina. El masoquismo tiene estas cosas.
La primera amiguita, doctora en odontología, me ha hecho una concienzuda revisión de toda la cavidad bucal con sus explicaciones intercaladas y una ulterior exposición de motivos por los cuales habré de volver a visitarla en varias ocasiones más. Mi habitual tendencia al autodiagnóstico le ha facilitado las cosas, así que se ha animado a pedirme una radiografía de esas que se llaman ortopantomografía y que seguro que ni Mary Poppins habría sido capaz de nombrarla de corrido, con el sano fin de averiguar hasta donde me va a tener que seguir metiendo mano (en la boca) en el futuro.
La segunda amiguita, a cuenta de una inocente limpieza de boca, me ha dado un concienzudo repaso con un chisme que hace ruido, daño, suelta agua y te aspersiona toda la cara a la vez, mientras intentas mantener la boca abierta. Soy novato en estas lides y normalmente juego de acompañante; ahora me ha tocado a mí el silloncito anatómico y al parecer lo voy a visitar en varias ocasiones más hasta haber purgado mis culpas y dejar satisfechas a mis nuevas amiguitas.
No es nada personal, son muy simpáticas, pero me voy a esmerar para dejar de verlas lo antes posible. Estoy un poco harto de estas nuevas amistades que a cuenta de diversas reparaciones de chapa y pintura, me tienen ya un poco jodi...lesto. Y mañana, seguro que haré una nueva amiguita que me quitará los puntos de la semana pasada. ¿De que color irá vestida? La curiosidad me mata (es un decir).
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