sábado, 30 de octubre de 2010

El buitre murciano


Buitre leonado (Gyps fulvus)
De nuestros veranos pirenaicos tenía constancia directa del vuelo majestuoso de los buitres; ya los conocía del Hombre y la Tierra, cuando Félix Rodríguez de la Fuente nos metía la Fauna Ibérica en casa a través de la tele. No es lo mismo, al natural el espectáculo gana más, puedes seguir las lentas espirales ascendentes propiciadas por las corrientes térmicas, que les aupan en el cielo sin aparente esfuerzo, seguidas de vertiginosos descensos con su envergadura replegada buscando tierra. 


En el Pirineo digo, pude observarlos por primera vez y en gran abundancia, en los roquedales próximos al Monasterio de San Juan de la Peña, desde unos fantásticos miradores en la carretera que sube serpenteando  desde Santa Cruz de la Serós hasta el monasterio antiguo, primero, y  al monasterio  nuevo, después.

También los vi, en cantidad, en las inmediaciones del Ibón de Estanés, -subiendo por el lado francés- tras una larga caminata, dando buena cuenta de un caballo muerto y organizando un tremendo escándalo de aleteos, graznidos y furiosos picotazos, que aun en la distancia producía una fuerte impresión, muy diferente a verlo por televisión. El ciclo de la vida, que diría aquél.

Cuando llegamos a Archivel, poco conocíamos del noroeste murciano, de sus sierras, de sus bosques y de su fauna, por eso, me sorprendió agradablemente observar el plácido vuelo de los antiguos conocidos sobre mi cabeza, en los cielos murcianos.

En la cercana Sierra de Mojantes, declarada Zona de Especial Protección de Aves, tienen su base estas espectaculares aves, que desde sus buitreras se descuelgan a diario por los limpios cielos, buscando su sustento en una zona en la que abunda el ganado lanar, y cuyos ejemplares muertos en muchas ocasiones constituyen su alimento.

jueves, 28 de octubre de 2010

La colleja de Aznar y El Arrebato de Morón

Según la Agencia EFE, "Aznar saluda a Rajoy con un golpe cariñoso en el acto donde fue premiado por su lucha contra ETA". Vale, será eso, pero mirando detenidamente la foto, se aprecian algunas sutilezas: La más evidente, la cara del Ex, que viene a expresar: ¡Con lo bien que te lo dejé y qué mal me estás haciendo los deberes!; la segunda, el golpe cariñoso viene a ser el eufemismo de una colleja bien dada por los motivos aludidos; la tercera, la cara de contrición con los hombros encogidos y los ojos cerrados del que se sabe merecedor del sopapo y la última, que parece cada vez más en forma Aznar y más su abuelito, Rajoy. Amén. 

De la impactante e hilarante noticia de que El Arrebato de Morón promociona su negocio con descuento, nombre, apellidos y dirección de contacto, lo que más me ha sorprendido ha sido el cuajo con que la representante de la policía, en un "arrebato" de profesionalidad, vino a decir que se enteraron del tema cuando los vecinos les llevaron a la comisaría algunas de las octavillas repartidas por El Arrebato S.L. ¡Sólo les faltó a los vecinos llevarlo esposado y con la mercancía, para hacerles el trabajo completo! ¡Pedazo de investigación de los antidroga policiales de Morón de la Frontera!

miércoles, 27 de octubre de 2010

Halloween. ¿Truco o trato?

Se acercan las festividades de Todos los Santos y Difuntos y aquí tradicionalmente se estila visitar en los cementerios, a los familiares queridos que ya se fueron; se limpian lápidas, se llevan flores, se les recuerda in situ y se cumple con un ritual que desde tiempos remotos se renueva cada año.

 Los anglosajones celebran Haloween o Noche de Brujas la víspera de Todos los Santos, y nosotros, que nos gustan las fiestas como a pocos, no hemos tenido el más mínimo problema en incluirla en nuestro calendario festivalero, así que ¡Hala!, a comprar calabazas, esculpirles una mueca e iluminarlas por dentro, a disfrazarnos de brujas y brujos, de monstruos y monstruas, de sustos, de esqueletos ...

Los esqueletos, según y como, dan risa o susto; estos que invaden las calles con su truco o trato, sus bromas y sus botellones, son de los que dan risa. Los que no dan tanta risa y sí, más bien, susto y desazón son los esqueletos que aquí y allá jalonan nuestras ciudades como testigos mudos del fracaso de un sistema pretencioso, acostumbrado al éxito fácil, al todo vale, a los negocios rápidos y sustanciosos, a la falta total y absoluta de previsión.

Esos esqueletos nos recordarán durante mucho tiempo tanto despropósito, tanta ambición desmedida, tantas ansias de poder, tanto materialismo, tan poca cordura. ¡Qué lástima, cuantas oportunidades perdidas! ¿Truco o trato? 

domingo, 24 de octubre de 2010

Santateresa

Cresta del Gallo
Esta mañana de domingo, hemos salido de paseo con la idea de desmantelar en lo posible un antiguo y carcomido poste de la luz al que le eché el ojo hace unos días, con la sana intención de aumentar mi colección de aislantes eléctricos con un modelo desconocido entre mis trofeos.

El poste en cuestión ha sido víctima de las obras del nuevo vial a doble calle, que arrancando del puente de La Fica, se adentra en la huerta en dirección a Beniaján, más o menos paralelo al río. A pesar de ir bien armado de herramientas, el oxido ha podido conmigo y no ha habido manera de hacerme con el trofeo mayor, aunque me he consolado con dos menores que me han salvado de la frustración.

De ahí a la Cresta del Gallo subiendo por el lado de San José de la Montaña, (que ya no me acordaba de lo estrecha, sinuosa y peligrosa que es la carretera y encima de doble dirección), sorteando ciclistas que bajan sin importarles un pimiento su integridad física. Tras varios sustillos durante la subida, dejamos el coche convenientemente aparcado en linea con otro buen montón de ellos, cerca del mirador que hay nada más llegar a la zona de ocio.

Como la mañana invitaba y mucho al paseo, hemos dejado atrás el mogollón humano que se apiñaba en torno a sus coches y mesas, dándole al yantar desde que aterrizan en el lugar, y hemos seguido a buen paso, pista adelante en dirección al Relojero, aunque en un momento determinado la hemos cambiado por un sendero entre los pinares marcado de corto recorrido.
Al subir a un pequeño collado para disfrutar del paisaje nos hemos encontrado con nuestra amiga en medio del sendero, mirándonos con esos ojos de extraterrestre y en la típica postura de la que toma el nombre: mantis religiosa o santateresa, porque al tener las patas delanteras recogidas parece que esté orando. No se ha movido un milímetro, retadora y sin quitarme la vista de encima, me ha dejado retratarla.

¿Qué me pasaría a mí por la cabeza si, de repente, un ser chiquicientas veces mayor que yo se parara de repente, para escrutarme a cinco centímetro de mi cara con un cacharro que hace ¡clic!? Huiría despavorido, como el 99% de los bichos vivientes, en cambio esta ni se inmuta, ¡Con un par!

Mi carro

Cuando hoy día cualquier relación con un personaje conocido puede retorcerse hasta límites insospechados, traigo aquí un recuerdo divertido de uno de nuestros viajes.

Hace seis años Marián se hizo esta foto con Manolo Escobar, fue un encuentro casual en el bar de carretera El Molino, que está al salir de Albacete camino de Madrid; el buen hombre estaba tomando café en la barra y charlando con el camarero, lo reconocimos, le pedimos una foto de recuerdo y él amablemente se ofreció; después, seguimos nuestro camino. Un personaje conocido y amable, fin de la historia, sin más.

sábado, 23 de octubre de 2010

Acortamos distancias, acercamos personas...

... Gobierno de España.

Esto dice el anuncio de Adif (antigua Renfe), según el cual los 391 km que hay entre Madrid y Valencia, se van a recorrer en una hora y media en el recién inaugurado AVE. Entre Murcia y Madrid hay aproximadamente 9 km más y el trayecto en tren se cubre en cuatro horas y pico, casi tres veces más que en el recorrido anterior.

Más que nadie, por supuesto que no, pero mucho menos que todos los demás, pues tampoco. Murcia es una de las seis ciudades más populosas de España y la única que no cuenta con un cinturón de autovías que la circunden para aliviar los accesos y facilitar los trayectos de los que pasando por aquí, no vienen a vernos. Tampoco tenemos aeropuerto de entidad como las demás (de momento). Se frustró el trasvase del Ebro y andan a vueltas con liquidar el del Tajo; entre unos y otros se están cargando el macropuerto previsto en El Gorgel y que tan bien vendría para situar a Murcia en la órbita logística de los transportes.

Murcia presentó su candidatura a Capital Europea de la Cultura, y a las primeras de cambio, se quedó fuera en la selección. A pesar de todo, poco a poco se va invirtiendo la tendencia: Murcia ha sido incluida en el corredor europeo de transportes ferroviarios y el proyecto de  Campus Mare Nostrum ha logrado la calificación de Campus de Excelencia Internacional, con lo que eso supone en prestigio, inversiones e imagen.

En cuanto Adif se ponga las pilas y nos conecte con Madrid en una hora y media (aunque sean dos y pasando por Alicante, que manda narices), quién corresponda nos termine un par de autovías, para que las que tenemos no acaben en bancales como ahora, nos dejen el agua en paz, y alguna que otra cosilla pendiente, Murcia y sus murcianos no se sentirán los convidados de piedra de la multicomunidad española en la que el que no llora no mama y cuanto más bruto te pones, más caso te hacen.

viernes, 22 de octubre de 2010

Midiendo el tiempo

Miles de años de evolución y los hombres y mujeres evolucionados durante tanto tiempo, no hemos conseguido ponernos de acuerdo en algo tan simple como debiera ser la medición del tiempo. Este es un tema recurrente, lo sé, pero no por ello dejaré de dedicarle unos pensamientos.

El tiempo es para el hombre un concepto matemático, y lógico es que se atribuya al hombre el invento del reloj, el primer reloj solar con cierta exactitud se le adjudicó al filosofo griego Anaximandro, aunque seguro que los egipcios, los chinos y los incas ya coqueteaban con las mediciones solares con anterioridad. Luego vinieron el de agua, el de arena, el de péndulo, el de cuerda, hasta llegar al de Rafa Nadal que es lo más de lo más.

 Para la mujer, el tiempo es más un tema filosófico y de conveniencia que otra cosa; lo utilizan a su antojo y lo estiran o lo acortan a voluntad en función de sus necesidades del momento. Posiblemente esta fuera una de las razones que incentivaron a los maridos inventores de relojes, para intentar conseguir la mayor exactitud posible de sus artilugios: la despreocupación temporal de sus esposas.

No hay nada como algunos ejemplos para ilustrar el tema:

1º Cuando un hombre dice ¡Ya!, es ya; para la mujer "Ya" es: "Vete abriendo la puerta que me estoy retocando los labios y tengo que coger el bolso y darle una vuelta a la casa por si quedan luces encendidas, grifos abiertos o alguna hoguera sin apagar".

2º Un minuto para el hombre son 60 segundos; para una mujer, "Me queda un minuto" es sinónimo de: "No te desesperes que me estoy cambiando de blusa y aún no tengo claro si los zapatos me van con el conjunto, pero seguramente me decidiré pronto".

3º Dos minutos suponen para el hombre exactamente el doble que uno, 120 segundos, en cambio para la mujer, cuando asegura que "Me quedan dos minutos", se habre un amplio campo de posibilidades, desde "Estoy en la ducha y me voy a lavar el pelo", hasta "Tengo cinco posibilidades de atuendo para salir y no me decido por ninguna y me planteo un par más de conjuntos", pasando por "Tengo que terminar una conversación telefónica de última hora" y que se alarga indefinidamente.

4º Cinco minutos para el hombre son un lapso de tiempo suficientemente amplio como para bajar la basura, sacar el coche del garaje, bajar a comprar el pan y cosas por el estilo. Para la mujer, cinco minutos son, simplemente, una eternidad, un mundo de oportunidades en el que pueden caber, con facilidad, actividades suficientes como para llenar una jornada.

5º Un rato para el varón es solo eso, un rato. Para la mujer un rato es sencillamente inconmensurable, aunque a veces puede llegar a sorprender (raramente), y convertirlo en un lapso de tiempo parecido al del hombre.

A partir de aquí, las medidas de tiempo se distancian tanto entre sí, según su interprete, que resulta practicamente imposible conjugarlas, y por tanto, no merece la pena seguir con disquisiciones sobre el tema y lo que procede es llegar a una conclusión: Si el tiempo se rigiera por parámetros femeninos, no existiría el extrés, no se llegaría tarde al trabajo ni a la escuela, y lo que es más importante, las mujeres gobernarían el mundo y seguro que lo harían bien.

Yo aun no estoy preparado para tamaña involución, pero seguro que el futuro va en esa dirección, porque, en definitiva, en el 90% de las ocasiones, un rato arriba, un rato abajo no lo cambiará. Y por supuesto, todo esto no es más que una mera elucubración subjetiva de un maniático de la puntualidad.

jueves, 21 de octubre de 2010

¡Vaya valla!

Esto es una tarjeta de invitación de boda y lo demás tonterías, lo que no se es como hacen los anunciantes para que todos los invitados pasen por el cartel y tomen nota de la feliz noticia y del lugar de celebración. Quizá lo hagan mediante una quedada por internet y organicen un flashmob en el lugar para amenizarla.

La hemos encontrado esta tarde caminando por la nueva avenida de acceso a Beniaján; es una gozada pasearse por una hermosa vía recién asfaltada, pintada y afarolada, antes de que con su inauguración el paso de los coches le quite toda la gracia. Atraviesa una zona de huerta entre el río y La Azacaya, los huertos de limonerosa a ambos lados, y algunos granados y caquis intercalados con su fruta madura.

Era la caída de la tarde y numerosas bandadas de aves migratorias en perfecta formación en "V" amenizaban la imagen, junto con un pavo real muy serio encaramado en el tejado de una casa colindante que observaba su paso (y el nuestro)

Espero que los futuros esposos se quieran mucho y durante mucho tiempo, ¡Que menos para compensar el esfuerzo familiar por proclamar su amor a los cuatro vientos! Me preocupa sin embargo  pensar si cuentan con todos los que leamos el mensaje para la celebración y si es así ¿Qué podríamos regalarles? Quizá una cuña radiofónica de felicitación sería apropiada.

lunes, 18 de octubre de 2010

Zombies

Cuando yo era adolescente, es decir, tenía la edad de los adolescentes de ahora, me chiflaban las películas de miedo a pesar de que era un poco caguetilla, y de entre ellas, las de zombies me causaban especial zozobra, hasta el punto que después de ver una de ellas me daba congoja dormir solo en mi habitación.
Ya me pilló mayorcito, pero la peli de El Amanecer de los Muertos me llenó de congoja hasta los huesos, durante muchos días soñé con que me perseguían los zombies por el centro comercial y la angustia de no poder librarme de ellos todavía la recuerdo.

Lo que más me impactó de los zombies fue la capacidad de caminar sin rumbo fijo, con la mirada perdida y los churretes sanguinolentos adornándoles la cara. También me llamaba la atención lo difícil que era cargárselos; como ya estaban muertos y lo sabían, se aprovechaban de ello y caminaban y caminaban con los brazos extendidos hacia cualquier ser vivo que se pusiera a su alcance. 
 Pasados los años, prácticamente habían desaparecido de mi archivo mental estos personajes, pero de un tiempo a esta parte he empezado a encontrármelos por doquier. Al principio solo los veía en los trenes y autobuses, ensimismados, con la mirada perdida y balanceándose ritmicamente en silencio; después empecé a verlos por la calle en la misma actitud, por los centros comerciales como antaño, hablando solos, gesticulando sin sentido, atravesando vías y calles sin mirar, cruzándose conmigo sin verme ¡Qué desasosiego! Pero la desazón aumentó cuando descubrí que existían hasta en mi propia casa. Llamo a comer o a cenar en la inmensidad de 90 m2, y aunque oigo movimiento nadie acude; alzo la voz al alcance ya de los vecinos y sigue sin acudir nadie, me acerco y a diez escasos metros encuentro mi objetivo que me mira con ojos interrogantes ¡Qué pasa! dice sacándose algo de un oído ... 
Los nuevos zombies caminan ensimismados conectados a multitud de artilugios que les aíslan de lo que les rodea, a menudo, peligrosamente aislados. Escuchan su música, hablan con sus allegados, resuelven problemas, cierran negocios, arreglan el mundo, pero no levantan la mirada a las cornisas de los edificios, ni a las copas de los árboles, a los pájaros, al cielo, a los aviones que lo surcan; no captan el detalle del niño de la mano de su madre, que camina raudo a su paso cotorreando alegremente, no se fijan en los gestos, en las miradas, en los colores del trayecto. No viven la calle y en la calle pasan cosas distintas cada día de las que merece la pena disfrutar, pues no las podemos enlatar y reproducir al día siguiente.

domingo, 17 de octubre de 2010

El paso

Tengo dos seguidores incondicionales (y algunos lectores más) de este rincón de sastre, que llaman blog. Un blog sin seguidores es como un diario debajo de la cama; yo ya tengo dos, uno mi amigo Antonio y otro mi hija Blanca; no podía ser de otra manera, dos asideros importantes en la vida,  la amistad y la familia; hay más, pero estos son importantes.

Lo bueno de tener un amigo es que sabes que está ahí, lo veas mucho o poco, tengas más o menos relación, está ahí, te acuerdas de él y sabes que él también se acuerda de ti. Normalmente no necesitas nada en tu devenir diario, pero si lo necesitas, él está ahí, disfruta con tus alegrías y sufre con tus penas. Cuando me contó que colgaba sus fotos de barcos en un blog, me acordé del mío, creado y abandonado al mismo tiempo y me animé a retomarlo. Ahora nos seguimos mutuamente, nos enseñamos nuestras cosas.

Cuando Blanca se enteró de que yo hacía mis pinitos blogueros, yo me enteré de que ella ya hacía los suyos por su cuenta. ¡Que cosas! Tan cerca y tan lejos, ahora nos permitimos el lujo de conocer otras facetas de nuestra vida que en nuestra relación casera no surgen. Bien. 

Echo mano de mi lista de contactos en el outlook y veo la cantidad de personas con las que comparto ese medio de comunicación: trabajo, familia, ocio ... Bueno, algunos de ellos seguro que se entretienen con mis cosas, rebuscando en mi cajón de sastre, así que he decidido dar el paso de compartirlo con ellos. Saludos cordiales.

Bodas


Cuando estaba de estreno de este blog, allá por el 19 de mayo de 2006 y tras la comunión de Elisa, me preguntaba yo por la siguiente boda que sucediera a las de Pilar-Yayo y Silvia-Adolfo, sin caer en la cuenta de que esto de las bodas suele traer consecuencias para las partes contratantes, así, se han intercalado los bautizos de Guille y Miguel Roque en La Romaneta.

Pues bien la incognita fue desvelada y continuó la saga de matrimonios familiares el pasado 3 de septiembre, con el ¡sí quiero! de Celia y Agustín que hizo las delicias de los asistentes, aunque también arruinó más de un maquillaje como consecuencia de las intervenciones de hermanos y hermanas que pusieron un nudo de emoción en la garganta de los asistentes y más de una lágrima incontenida en las primeras filas.

Ayer asistímos a otra boda, la hija de una compañera de trabajo, a la que he visto crecer a toda prisa desde el patio del colegio Jesús María, hasta el altar, pasando por la escuela de Ingenieros de Caminos de Valencia, donde le echó el ojo a su profesión y a su consorte.

Da gusto ir de boda, son emocionantes, todos estamos contentos, nos llevamos bien y lo pasamos mejor; vemos familia con la que nunca coincidimos, conocemos interesantes compañeros de mesa, nos desmelenamos en la pista de baile y nos retiramos cuando el cuerpo se rinde, comentando la jornada. En esta sociedad que todo lo reglamenta y organiza, debería ser un derecho constitucional y una obligación ineludible la de asistir, al menos, a una boda al año. ¡Vivan los novios!

sábado, 16 de octubre de 2010

Los libros de mi abuelo


Mi abuelo Isidro era un buen tipo. Tuve la suerte de relacionarme con él durante los dos años que pasé interno en Madrid; con él y con la abuela Carmela, quién cada vez que podía acercarme a verlos me preparaba unas natillas caseras que me encantaban y que aunque pasado el tiempo me enteré que eran de sobre, no dejé de añorarlas. Me gustaba su casa de la calle Ferraz, por la línea 4 del Metro, de la Avenida de América a Arguelles, me ponía en ella en un pis pas. El ascensor de madera, antiguo a más no poder, traqueteaba hasta el cuarto piso al que siempre llegabas conteniendo el aliento, y aunque me gustaba tumbarme en un sofá pequeñito del que me colgaban las piernas en el cuarto de estar, entrando a la derecha, lo que más me gustaba de la casa era la cocina alicatada de blanco, con su despensa, su cocina económica, la caldera, la fresquera y por supuesto, la leñera con el portillo de madera que dejaba entrever sus entrañas repletas de carbón; me gustaba subirme encima con las piernas cruzadas mientras disfrutaba de las natillas. Pegada a la cocina estaba Alaska, una habitación pequeña, de servicio, con dos robustas literas de hierro cuajadas de mantas con las que poder sobrellevar la gélida temperatura que le daba el nombre.

En esa casa vivió mi padre de joven y ahora vive mi padre de abuelo, es la casa de los Márquez. Mi abuelo murió sorprendiéndonos a todos, yo creo que incluso a él mismo; con lo previsor que era y no le dio tiempo de organizarse. La abuela murio después, pienso que perdió bastante el interés por las cosas cuando se fue el abuelo y anduvo a vueltas por seguirle hasta que lo consiguió, no sin antes venir a mi boda, la de su nieto mayor, el de las natillas.

La casa se fue vaciando, unos esto, otros aquello ... poco a poco la casa que yo conocía se fue desvaneciendo hasta quedar desnuda. En aquel trasiego no participé ¡No me gusta desmantelar las cosas, yo soy arreglador!. Alguien me preguntó si no tenía interés en conservar algo, y un buen día me pasé por allí por ver que quedaba. No quedaba nada, al menos a la vista, aún así, localicé dos cosas que conservo con cariño: una Virgen del Pilar casi de tamaño natural, que llevamos a platear y preside el salón de mi casa desde las alturas y un diminuto nacimiento escondido en una vasija de barro que permitía verlo por una abertura y que tras sustituir la vasija por una base de madera con una campana de cristal, me recuerda a mis abuelos cada vez que me siento a trabajar en mi bureau del cuarto de estudio.

No quedaba nada que nadie quisiera, abrí el armario de la entrada, y allí estaban, apilados, ordenados, esperando, los libros de mi abuelo, aquellos que semana tras semana a lo largo de muchos años de su vida había ido atesorando, pulcramente firmados y con la fecha de su adquisición, allí estaban los realistas de fines del XIX y principios del XX, Galdós y sus Episodios Nacionales de los que solo faltaba Trafalgar (Que conseguí posteriormente aunque de una edición moderna), Pereda, Pedro Antonio de Alarcón, Blasco Ibañez, Palacios Valdés, Pardo Bazán, Alas Clarín; la Generación del 98 al completo, con títulos de  Miguel de Unamuno, Jacinto Benavente, Ramón del Valle-Inclán, Antonio Machado, Azorín, Pío Baroja; libros de Manuél Alcón, Ricardo León, Pérez Madrigal, Concha Espina, novelas del Caballero Audaz, Jardiel Poncela y más, muchos más. Ese era mi tesoro, el que me dejó mi abuelo y yo dejaré a mis nietos, sus libros, los míos.

jueves, 14 de octubre de 2010

Los Pilares de la Tierra

Vidriera de las Santas Justa y Rufina.  Juan Bautista de León. 1.685. Catedral de Sevilla
Aunque no sigue muy fielmente el libro de Ken Follett, la serie que ha emitido Cuatro no ha estado mal. El libro me gustó, la serie no tanto, aunque lo que me trae aquí no es ni lo uno ni la otra. Me trae la Catedral, concretamente las vidrieras; siempre me han llamado la atención las vidrieras de las catedrales, santuarios, monasterios, iglesias ... Viendo los Pilares de la Tierra caí en la cuenta de lo importante que es la naturaleza y su observación para que el ser humano consiga sus propósitos. Tanto el cantero Tom como su prohijado Jack vivían en pleno contacto con la naturaleza y ambos eran espabilados, pero el segundo era el que mejor sabía exprimir lo que le rodeaba, de ahí que ideara la forma de hacer entrar esa luz tan cautivadora en su catedral al observar las alas de las libélulas y la forma en que la luz atraviesa sus delicadas alas. Esta es, al menos, la versión romántica de la invención de las vidrieras que a mi me gustaría fuera real. Porque, en caso contrario ¿Que objeto tiene la existencia de las libélulas?

Libélula en reposo

Mariposas

Los bichos no posan como el resto del mundo, se ponen donde quieren, como quieren y lo que es peor, el tiempo que quieren (eso claro, cuando te dan el gusto de pararse lo suficientemente cerca), esto le da una pizca de emoción y un mucho de frustración al intento de retrato del animalejo en cuestión. También cuenta, y mucho, el equipo de retratar, normalmente no lo suficientemente potente y sofisticado como le gustaría al retratista.
Tras estas vanas excusas, traigo aquí tres adquisiciones recientes de mariposas ibéricas. Por orden cronológico de adquisición, empezaré por una Euchloe ausonia, también conocida como Blanca meridional, alimentándose tranquilamente este verano.
Las siguientes adquisiciones tuvieron lugar el mismo día (buena caza), ambas estaban un poco tocadas de cola y les faltaba parte del timón de vuelo, señal de que ya estaban maduritas y hartas de revolotear. La primera, una Papilio machaon, o Macaon a secas, estuvo posando amablemente durante un buen rato, así que no había escusa para sacarla en condiciones ¡Lástima de la cola mutilada y del fondo poco propicio!
La última, una Iphiclides podalirius feisthamelii, o como queda más familiar y según la zona, Podalirio o chupaleche, no fue tan paciente, estaba más nerviosa y no paraba de alzar el vuelo y posarse; en una de esas pude hacerle un par de fotos y en seguida otra vez a volar. Fue su último vuelo; mientras yo estaba entretenido con las mariposas, una bandada de abejarucos sobrevolaba el Cerro alrededor del Santo y en un instante oí un zumbido seguido de un chasquido a estribor y por el rabillo del ojo tuve conciencia del vuelo de uno de aquellos espabilados con la mariposa en el pico. No somos nadie debió pensar la chupaleche (si le dio tiempo, claro)

Aniversario. Y 2.

Este aniversario ha sido un poco atípico: no hemos hecho viajecito, no nos hemos regalado nada y ni siquiera nos hemos tomado los socorridos langostinos de las celebraciones. Es más, cuando nos pilla en Murcia como ha sido el caso, nos gusta darnos una vueltecita por la Catedral y sentarnos (si está abierta) un ratito en la Capilla de Los Velez. Pues esta vez, ni eso; el lunes 11 por la mañana de nuestro flamante aniversario, emprendimos paseo sin rumbo fijo, pero con el pensamiento puesto en nuestra tradicional visita catedralicia. ¡Cerrada! estaba cerrada. Lunes por la mañana y cerrada. Para consolarnos, unos raquíticos mejillones en La Mejillonera, que ni pudimos sentarnos porque estaban haciéndole el marketing a la terraza; total, que acabamos un poco desconsolados frente a un par de ensaladillas rusas en el Marcos y antes de rematar el día en Alicante con muchas mejores sensaciones.

Hoy en cambio, ha sido otra cosa, ni era 11 de octubre, ni nuestro aniversario, ni ha sido premeditado, pero el paseo vespertino ha acabado en la Catedral y hemos rematado con una visita a la Capilla de Los Velez, radiante de luz, como el día de nuestra boda y con una misa, como el día de nuestra boda. No ha habido aplauso al final, pero nos ha venido bien echar un rato en la casa del Señor que tan buenos recuerdos nos trae, y al menos hemos cargado las pilas para hacer frente a tantos interrogantes que se nos plantean día a día. Algunas veces, las celebraciones vienen a ti cuando menos te lo esperas.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Velocidad de crucero

Crucero Canarias

Cuando era un imberbe y un tirillas me gustaba ir corriendo a todas partes, me costaba lo mismo que ir andando y tardaba menos. Durante un tiempo estuve yendo con mi hermano a un club para practicar judo, al otro lado del Cuartel de Artillería, en Cartagena, y a la vuelta, ya de noche, corría como alma que lleva el diablo todo el lateral del Cuartel. No pasé del cinturón blanco/amarillo, pero corría divinamente.

Ya más mozo me moto-ricé, y fue entonces cuando empezaron a decaer mis cualidades de gacela, aunque no me preocupó lo más mínimo. Ahora llegaba cumplidamente antes a todas partes y además había mejorado sensiblemente mi status social. Esta situación de moto-dependencia se ha mantenido hasta la actualidad. No es que no haya caminado desde entonces, que lo he hecho y mucho, sino que no ha sido una actividad a la que le haya prestado un especial interés hasta ahora.

En los últimos tiempos y debido a una alarmante escora de la báscula de baño hacia la derecha, amén de unos niveles de colesterol y triglicéridos por encima de lo aceptable, decidí retomar las caminatas con asiduidad, empezando por ir a trabajar en el coche de San Fernando (un ratito a pie y ...)

Llevaba en estos menesteres desde el año pasado cuando a requerimiento de las necesidades familiares hube de ralentizar durante una temporada la cadencia de paseo, hasta el punto que, en ocasiones, me costaba trabajo mantener el equilibrio para no caerme a los lados (o por lo menos, eso me parecía)

Ya normalizada la situación, he vuelto a recobrar mi marcha habitual, y aquí surge mi problema: me he dado cuenta de que cuando más rápido voy, pensando que soy todo un campeón, llega un canijo que me adelanta por la derecha con un cigarro en la mano y sin aparente esfuerzo, seguido por una no menos endeble señora de indefinible edad y que me adelanta igualmente sin despeinarse, hablando por el móvil y dándole una calada a su cigarro. 

Tengo un amigo recién cumplidos los cincuenta y pocos, que corre por gusto, aunque también tiene moto, y se mete unas palizas estupendas entre medias maratones y carreras diversas; en la última se ha chupado 21 km en dos horas raspadíllas, esto es, prácticamente ha mantenido una velocidad de crucero de 10 km por hora.

Yo, en cambio, en lo mejor del día, camino del trabajo a primera hora de la mañana, compitiendo con todo aquel que se me pone al alcance, incluidos los antes mencionados, aunque no lo sepan, y contra mí mismo, en mis mejores registros, he llegado a hacer los 2 km que hay de mi casa al trabajo en 20 minutos, esto es, a una velocidad de crucero de 6 km por hora.  

He concluido mis observaciones matutinas en que lo importante no es a cuanta gente adelante con paso decidido, sino poder dar un paso detrás de otro durante mucho tiempo, independientemente de la velocidad desarrollada, y seguir compitiendo contra todos sin que ninguno lo sepa.

martes, 12 de octubre de 2010

La Salamanquesa

De la familia de bichos prehistóricos que aún conservamos, la salamanquesa es el que mejor me cae, con diferencia; las lagartijas no me disgustan, pero son demasiado nerviosas, en cuanto te ven o te intuyen huyen como centellas dejando un rastro fugaz del verde iridiscente de su cola (eso cuando no has intentado echarle mano y te has quedado con ella retorciéndose ante tus ojos mientras te burla su dueña), los lagartos son más serios pero igual de esquivos, aunque si te pones, te hacen frente enseñándote sus dientes en hilera que dejan señalados en el palo que les acercas; estos son los de andar por casa, de los foráneos: caimanes, cocodrilos, dragones de Comodo, ninguno me cae especialmente simpático, quizá las iguanas por su parsimonia y saber estar; también los camaleones tienen su punto, eso de cambiarse el uniforme en función de las circunstancias es muy práctico y muy a propósito de los tiempos que vivimos.

La salamanquesa es como de la familia, si te conoce no se asusta, te deja verla y observarla (ella te observa también a ti por la ranura de sus ojos siempre abiertos), no te molesta, ella viaja por el techo y por las paredes y tú, generalmente solo por el suelo; no te disputa la comida, ella se alimenta de todos los molestos bichitos que comparten la casa con nosotros: moscas, mosquitos, polillas, arañas ... y nosotros nos comemos lo demás. Cuando consigues que una salamanquesa se instale en tu casa, es buena señal, ya tienes triturador de basuras orgánicas gratuito, limpio y eficaz para diez años, y con suerte con el tiempo contará con ayudantes. Definitivamente le tengo cariño a Sarita, la descubrimos hace unos días en la casa de madera. Espero que se quede, comida no le va a faltar (Y cariño tampoco) 

Una noche multimedia

¡Jo qué noche!, alerta amarilla por lluvias en la comarca, borrasca antes de salir, gotas y arco iris de camino, puntos en el aire y chorrito de betadine, paseo por la ciudad, relajado, por el paseo marítimo, charleta, confidencias ¡Qué agradable!
Fotos para inmortalizar el momento, cenita en el casco antiguo con lambrusco frío y agua de marca, y más charleta, risas, bromas, cariño complice, paseo de vuelta por las avenidas tranquilas, escaparates. Rally turístico por la zona jugando a perdernos y encontrarnos. Hasta la próxima, nos despedimos. Una buena noche. Gracias, muchas gracias a las dos. Adiós.
  

Aniversario

1, 2, 3, 4, 5, ......... 24 años después de poner en común nuestras vidas, seguimos en la brecha. En época de crisis, podemos alegrarnos de estar alejados de ella. 24 años dan para mucho, pero el balance siempre es positivo y eso es lo que importa. ¡Vamos a por los 25! 

lunes, 11 de octubre de 2010

Cuando Ruge la Marabunta

8,00 de la mañana, estoy de puente, es lunes, es mi aniversario de boda, me aferro a la almohada para disfrutar un ratito más de cama y de repente lo siento: un murmullo, un trueno muy lejano que va creciendo en intensidad, aprieto los ojos para seguir durmiendo, pero sigue ahí, creciendo en mi cabeza, aumentando de volumen, una mescolanza de ruidos mecánicos y humanos ininteligible y desafinada que sigue ganando en intensidad. Aguanto estoicamente, parece que mengua, como si se fuera disolviendo poco a poco, me relajo, se aleja, me duermo inquieto, pero me duermo.

8,50, misma mañana, mismo día, mismo puente, mismo aniversario. Ahora estoy preparado, vuelve el rugido sordo, desbocado, in crescendo; se disparan los decibelios, lo incluyo todo ello en mi sueño: la selva, las hormigas por todas partes con ese fragor aterrador que todo lo consume, me revuelvo inquieto y decido despertarme. ¡Ya está bien de sueños truculentos! Pero sigue ahí, alcanza un volumen ensordecedor, un galimatías mezcla de sonidos graves, agudos, altos, bajos que tras alcanzar un punto máximo sostenido unos momentos interminables, comienza a disolverse de nuevo. Afino el oído, a pesar de mi leve pérdida de audición, y la oigo alejarse, poco a poco, sin prisa, con ligeros picos sonoros, como si se resistiera a desaparecer, pero sí, se desvanece, la tranquilidad se va imponiendo, me relajo, ya no puedo dormir, el sol entra a raudales por la ventana, me levanto y me asomo a ella. Sí, el patio del colegio está vacío, los alumnos en sus clases, los padres de vuelta a sus quehaceres, la calle tranquila, la marabunta dormida.

domingo, 10 de octubre de 2010

¡A VOLAR DE NUEVO!

¡Lo echaba de menos! ¡Cuánto lo echaba de menos!

Acabar un curso con sangre sudor y lágrimas, contra viento, marea y profesores que no creían del todo en mí; terminar en el Flori, en junio, como los buenos; la Selectividad aprobada a la primera; la llegada a la Universidad, seguir estudiando, todo tan igual y tan distinto ... y se quedó por el camino, el voley se quedó por el camino, la responsabilidad de mi primer año universitario, mi entorno no ve claro el tiempo que habré de robarle al estudio con los entrenamientos. Me rebelo por dentro ¡Me gusta tanto! Busco otras alternativas, parches en fin para dar una mínima salida a lo que llevo dentro; matar el gusanillo a ratos, conocer y compartir con otras mi afición. No es suficiente. Quiero más y no puede ser; el año del salto a la Uni no puede ser. Estudio y espero mi oportunidad.

Seis años jugando al voley, voy pensando cuando aterrizo en el Campus de San Vicente. Repaso las ofertas deportivas de mi nueva casa, y la encuentro: En Alicante hay equipo universitario femenino de voley y entrenan a cinco minutos de mi Resi y van a hacer pruebas para entrar en él.

Tengo un pellizco en el estómago, ¡hace tanto que no juego! habré perdido el toque, ¿Como andaré de reflejos? Me asomo a la puerta del pabellón donde se han convocado las pruebas, somos más de cuarenta, me preocupa la cicatriz de la ceja, vacilo, son muchas, ¿Lo conseguiré? Mejor lo dejo, no estoy en forma, además me puedo dar un golpe en la herida. Me voy.

No, no me voy, me gusta demasiado, olvido el pellizco del estómago, olvido la ceja, olvido mis miedos. Me concentro, lo voy a hacer bien y por un momento me olvido de todo y vuelvo a disfrutar como cada vez que salto a una cancha de voley y corro y salto, y saco y recibo, dedos, antebrazos, remate ... Estoy contenta, estoy feliz, estoy ... ¡Estoy en el equipo!