Los paseos por la huerta siempre deparan sorpresas y curiosidades; por mucho que conozcas los carriles y sendas que eliges cada vez, nunca dejas de encontrar nuevos detalles. Esta mañana, uno triste: en el camino del Reguerón, donde otras veces parábamos a saludar a un simpático perro enjaulado, en una casa típica huertana de dos pisos, con una exuberante vegetación, siempre cuajada de flores, hoy la hemos encontrado quemada, abandonada, la jaula vacía, las maceticas empezando a languidecer... Una víctima más de esa autovía que aún tardará en llegar.
El otro, divertido: me ha recordado una vieja canción que nos cantaba mi madre de pequeños, cuando en el recodo de un carril nos hemos topado con un naranjo injertado de limonero o al revés, una suerte de "limonanjo", que rápidamente me ha transportado a la niñez y a todas aquellas canciones que nos cantaban de chicos (Jugando al escondite; el cocherito leré; tengo, tengo, tengo; la reina Berenguela; estaba el señor Don Gato; estaba una pastora; tengo una muñeca... y tantas otras)
AL CORRO DE LA PATATA
Al corro de la patata
comeremos ensalada,
lo que comen los señores,
naranjitas y limones,
¡Achupé! ¡Achupé!
sentadita me quedé.
Aserrín, aserrán,
los maderos de San Juan,
el marinero en la popa
aserrando un banco está.
Aserrín, aserrán,
las palomitas se van,
Aserrín, aserrán,
las campanas de San Juan,
las de "alante" corren mucho,
las de atrás se quedarán.
Al corro de la patata
comeremos ensalada
lo que comen los señores,
naranjitas y limones,
¡Achupé! ¡Achupé!
sentadita me quedé.
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