Las autoridades competentes, ya que no pueden conseguir que el río Segura lleve más agua por su exiguo cauce, -no tienen la llave del grifo-, al menos han acondicionado sus riberas para facilitar el tránsito de personas y vehículos. Así, en una de ellas, los murcianos gozamos de carril bici (un poco estrecho), carril peatonal, carril de servicio para vehículos autorizados (por el que circulan a sus anchas todo tipo de ellos no autorizados), y una franja pedregosa que limita directamente con la rivera del río. En la contraria, no hay distinción de carriles, y solo una pista de tierra y grava permite el acceso a la misma; por aquella circulan coches, bicis, furgos, motos, caballos y entre ellos la calesa de las imágenes, que le da un ambiente retro-huertano a la mañana festiva.
Mientras tanto, por el carril agua circulan libremente los patos y demás fauna acuícola, ajenos al continuo trasiego de personas y cosas que transitan sin cesar por sus márgenes.
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